Opinión

El discurso del rey

Mohamed VI ha centrado en África su discurso de aniversario de la Revolución del Pueblo, pero ha obviado la situación de los migrantes en Marruecos.

Mohamed VI ha centrado en África su discurso de aniversario de la Revolución del Pueblo, pero ha obviado la situación de los migrantes en Marruecos

El monarca alauita pasa de puntillas sobre los problemas sociales que atenazan a Marruecos y culpa al colonialismo de la situación del continente africano. Mohamed VI tiende la mano a su vecina Argelia para liderar los cambios sociales en el Magreb y el África subsahariana. “Así pues, aspiramos a renovar el compromiso y la sincera solidaridad que para siempre unen a los pueblos argelino y marroquí, con el fin de seguir obrando conjuntamente, con sinceridad y buenas intenciones, para servir las causas magrebíes y árabes, así como para hacer frente a los retos que desafían el continente africano”.

El Rey de Marruecos culpa de los problemas que en la actualidad viven los pueblos africanos, como pueden ser el subdesarrollo, la pobreza, la emigración, las guerras, los conflictos, la desesperación y la precipitación hacia los grupos extremistas y terroristas, a las políticas adoptadas por el colonialismo durante largas décadas.

En su discurso, Mohamed VI, augura, a pesar de los enormes perjuicios ocasionados, de que África tiene capacidades para promover su desarrollo con sus propias manos, y anima a sus pueblos a  actuar con fuerte voluntad y a sus capacidades humanas y recursos naturales.

Para Marruecos, “África, es más que una mera pertenencia geográfica y una vinculación histórica, es la prolongación natural y profundidad estratégica de Marruecos” sentencia el líder marroquí.

Sin duda Mohammed VI trata de encontrar el equilibrio de Marruecos para mostrar su liderazgo en el continente, pero sin embargo no propone una solución a la grave situación económica y social en el que el país norteafricano se halla inmiscuido.

“África para nosotros no constituye un objetivo, sino un compromiso para con el ciudadano africano, esté donde esté; el interés que dedicamos a la mejora de sus condiciones dentro de su país, no difiere de aquel que tienen los inmigrantes africanos en Marruecos; todo lo contrario de lo que sufren en numerosas zonas del mundo”.  Con esas palabras, el jefe del estado marroquí, está obviando el problema humanitario que sufren los miles de refugiados africanos que están en Marruecos, a lo que se une la violenta represión que padecen en las inmediaciones de la frontera Sur de Europa, en los campamentos cercanos las vallas de Ceuta y Melilla por parte de las fuerzas del ejército marroquí, de las cuales es responsable Mohammed VI, cuando los migrantes intentan entrar en España. Mientras  los migrantes que están residiendo en la parte norte de Marruecos, en las ciudades de Tánger y Nador, son víctimas del abandono al que los han condenado las autoridades marroquíes y que está siendo apoyado por sectores de la población que antes se mostraban más respetuosos y caritativos con los africanos en el país alauita.

“Naturalmente, nuestros hermanos africanos se enfrentan a determinadas dificultades en Marruecos, que nada tienen que ver con su color o nacionalidad, o con su condición de inmigrantes. También gozan de los mismos derechos”, aseguraba el monarca. Nada más lejos de una realidad palpable sobre el terreno. La escasez de recursos y la difícil situación económica de Marruecos hacen que sea casi imposible que un migrante africano pueda acceder a un trabajo mientras dura su peregrinación en el país alauita.

Un discurso pronunciado para acusar a occidente de la situación de los migrantes en Europa. De lo que evitó pronunciarse Mohamed VI, fue de la compensación económica que recibe el estado marroquí a cambio de convertirse en el guardián de la frontera y que es moneda de cambio para cualquier negociación con las autoridades de Bruselas

La última parte de su discurso puso de manifiesto el compromiso de Marruecos con la lucha antiterrorista y pidió a los jóvenes no entrar en discursos contrarios a la fe del Islam, en clara alusión a la radicalización de una parte de la juventud marroquí en los últimos años. Un problema que hasta ahora está solventando el gobierno marroquí con la política antiterrorista que aplica en el país.