Opinión

Con luz y taquígrafos

Hoy hemos conocido las bases que regirán la adjudicación de las polémicas viviendas de protección de Loma Colmenar. Tras la filtración de una lista fantasma a un medio de comunicación local, y las dudas sobre la claridad y transparencia en el proceso, el Gobierno ha dio marcha atrás para situarse de nuevo en la casilla de salida con el sorteo como el método elegido para hacerlo todo “con luz y taquígrafos”.

Hoy hemos conocido las bases que regirán la adjudicación de las polémicas viviendas de protección de Loma Colmenar. Tras la filtración de una lista fantasma a un medio de comunicación local, y las dudas sobre la claridad y transparencia en el proceso, el Gobierno ha dio marcha atrás para situarse de nuevo en la casilla de salida con el sorteo como el método elegido para hacerlo todo “con luz y taquígrafos”.

Los requisitos que han de cumplir quienes quieran una vivienda en Loma Colmenar están sobre la mesa, así como los plazos de un proceso que medios de comunicación y ciudadanía seguiremos muy cerca, algo que hasta ahora no se hacía confiando en la buena de fe de aquellos que cada cuatro años elegimos en las urnas. Pero la buena fe se pierde con facilidad. Lo hemos visto con el caso de la filtración. Mientras el Gobierno ponía cara de cordero degollado y negaba conocer los maquiavélicos planes de Antonio López para reventar la entrega de viviendas, ahora resulta que el presidente dice que López le amenazó. Si el presidente tenía conocimiento de estas amenazas ¿por qué no estuvo más vigilante a los pasos de López? Si López hizo llegar esta advertencia al presidente al saber que el partido no contaría con él de cara de mayo, ¿por qué tardó tanto en filtrar la lista, si es que fue él? Dudas que parece quedarán en los mentideros de la ciudad y que nunca tendrán respuesta.

Se seguirá de cerca el proceso y sobre todo, el sorteo. Las bolas que se metan en el bombo son más que números. Son esperanzas, son futuro, son necesidad. Pero no se confíen. Si ven que su número sale del bombo, no crean que les ha tocado El Gordo. Las bases del proceso lo dicen claramente: ser seleccionado en el sorteo no genera derecho alguno sobre las viviendas. Y ¿por qué? Pues porque una ponencia técnica se encargará de estudiar a los 201 adjudicatarios y verificar si cumplen con los requisitos. Seguramente, aquí estará el lio.

Lo deseable es que solo entren en el bombo aquellos que cumplan los requisitos y así poder saltar, gritar, llorar y soñar si nuestro número se canta al más puro estilo niños de San Idelfonso pero no se hagan ilusiones. El Gobierno justifica este estudio posterior en que la ciudadanía demanda celeridad en la entrega y resulta más práctico estudiar los 201 expedientes de los adjudicatarios que no los 4.400 que se esperan recibir durante los próximos días. Y es que estudiar caso por caso todos los demandantes de vivienda alargaría el proceso hasta en seis meses y el Gobierno no quiere demorarse tanto. De hecho, el portavoz del Ejecutivo en varias ocasiones se ha referido al gasto que supone tener las viviendas acabadas y vacías.  Estoy de acuerdo en que la ciudadanía demanda rapidez pero también transparencia y claridad. Así que ya se puede esmerar el Gobierno en recordar en cada esquina que salir en el sorteo no significa ser propietario de una casa. Como en todo, habrá quien no lo tenga claro, quien se agarre a un clavo ardiendo para exigir sus derechos por haber salido del bombo y ahí estará el lío… o no… nunca se sabe pero visto lo visto…