Opinión

El zumbido de las balas

Durante la jornada de hoy la crónica de sucesos en Ceuta se ha visto alimentada por dos incidentes en los cuales las armas de fuego han sido protagonistas. Un amago de enfrentamiento con la policía, subfusil en mano, y los dos disparos que recibió un joven tras una reyerta ponen de relevancia la facilidad con la que, en determinados ambientes delictivos, se puede tener acceso a un arma.

Durante la jornada de hoy la crónica de sucesos en Ceuta se ha visto alimentada por dos incidentes en los cuales las armas de fuego han sido protagonistas. Un amago de enfrentamiento con la policía, subfusil en mano, y los dos disparos que recibió un joven tras una reyerta ponen de relevancia la facilidad con la que, en determinados ambientes delictivos, se puede tener acceso a un arma.

La única razón por la cual hechos de este calibre pasan desapercibidos para la sociedad ceutí, a pesar de que deberían constituir un motivo obvio de preocupación, es que el escenario de estos acontecimientos suele ser siempre el mismo: un lugar lo suficiente e higiénicamente alejado del centro de la ciudad. Cuando estos sucesos, excepcionalmente, descienden hasta la zona noble de Ceuta, la inquietud ante la amenaza generada emerge hasta que, semanas más tarde, las cosas retornan a su razón y los disparos vuelven a detonar allá donde solían.

Un problema como el que esta ciudad tiene con la proliferación de armas de fuego no puede ser un asunto que sólo concierna a la policía. No existe un debate público solvente, auspiciado por los representantes de la ciudadanía, sobre una cuestión que en cualquier otro lado figuraría como una prioridad de las agendas políticas.

Y las cosas continuarán así hasta mientras el miedo no mude de escenario.