Opinión

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La voluntad, hija del entendimiento, es uno de los dones que adornan a nuestra especie. Querer es poder. Ahora Vivas quiere hacer en cuatro meses muchas de las cosas que no se han hecho en 15 años. El espíritu humano no conoce fronteras.

La voluntad, hija del entendimiento, es uno de los dones que adornan a nuestra especie. Querer es poder. Ahora Vivas quiere hacer en cuatro meses muchas de las cosas que no se han hecho en 15 años. El espíritu humano no conoce fronteras.

Las 129 medidas que el presidente de la Ciudad se ha comprometido a ejecutar a lo largo del próximo cuatrimestre demuestran que nos hallamos ante un político de gran determinación, de miras ambiciosas y de frágil memoria. Una buena parte de los objetivos contenidos en el documento que este martes presentaba Vivas ante los medios de comunicación son viejos proyectos jamás ejecutados. Los políticos profesionales, no sólo los de aquí, deberían tener en mayor estima la inteligencia de los ciudadanos cuyos intereses administran.

Las intenciones de Vivas están alentadas, de seguro, por esa demediada arrogancia que comparten quienes valoran con demasiada generosidad sus propias capacidades. Todos hemos contado entre nuestra parentela con un cuñado que, nada más irrumpir los primeros fríos invernales, promete ante su dios y su patria que tomará clases de inglés con el firme propósito de leer las obras completas de Gilbert K. Chesterton en su lengua nativa, que se entregará a los más exigentes ejercicios gimnásticos para tonificar tríceps, cuadríceps y oblicuos externos, que abandonará el nefando vicio del tabaco guardando fidelidad al curso de deshabituación del doctor Wang, médico acupuntor.

Un mes más tarde, en la comida familiar convocada con motivo del nombramiento como asesor municipal de Ciprianín, el más pequeño y menos dotado de tus sobrinos, vuelves a encontrarlo: gordo como un sollo, fumando como un cosaco e incapaz de distinguir entre un pasaje del Macbeth y un párrafo de un prospecto de Optalidón.

Pues eso.