Opinión

Una deriva estrafalaria

La campaña electoral de la generales 2015 está adquiriendo en Ceuta una deriva estrafalaria que resulta relevadora del estado de la política local. No es usual que un aspirante al Congreso anuncie, a apenas tres días de las votaciones, su intención de renunciar a la dirección del partido que avala su candidatura. Tampoco lo es que otro candidato manifieste abatido su arrepentimiento por haberse aventurado en el mundo de la política. No es usual, pero ambas cosas han ocurrido en Ceuta.

La campaña electoral de la generales 2015 está adquiriendo en Ceuta una deriva estrafalaria que resulta reveladora del estado de la política local. No es usual que un aspirante al Congreso anuncie, a apenas tres días de las votaciones, su intención de renunciar a la dirección del partido que avala su candidatura. Tampoco lo es que otro candidato manifieste abatido su arrepentimiento por haberse aventurado en el mundo de la política. No es usual, pero ambas cosas han ocurrido en Ceuta.

Abdelmalik Mohamed, candidato al Congreso por Ciudadanos, renunciará a la coordinación local del partido la próxima semana. Abdelghani El Amrani, candidato al Senado por el PSOE, ha lamentado en una entrevista su decisión de aceptar la invitación de los socialistas para aspirar a un escaño en la Cámara Alta. Más tarde matizaría sus propias palabras para asegurar que su hartazgo era con la política. Su escasa destreza expresiva le condena a ser víctima de estos deslices.

Mohamed y El Amrani desvelan, cada cual a su modo, distintas maneras de ningunear esa “fiesta de la democracia” que los candidatos exaltan con tanto entusiasmo a pie de urna. Abandonar al electorado a medio camino, conducirse con extravagancia en las comparecencias públicas, depreciar, en suma, el valor de una candidatura a diputado o senador de la Nación debería arrebolar de vergüenza el rostro del responsable.

La fiesta continúa.