Opinión

Desigualdad

¿Hasta que punto resulta urgente atajar la creciente desigualdad instalada en la sociedad ceutí? Nadie sabe las consecuencias que para el futuro tendría una política complaciente y sustentada en la convicción de que Ceuta, con mayor o menor número de pobres, será indefectiblemente la misma ciudad que siempre hemos conocido.

¿Hasta que punto resulta urgente atajar la creciente desigualdad instalada en la sociedad ceutí? Nadie sabe las consecuencias que para el futuro tendría una política complaciente y sustentada en la convicción de que Ceuta, con mayor o menor número de pobres, será indefectiblemente la misma ciudad que siempre hemos conocido.

La Asamblea debatía esta semana el proyecto de los Presupuestos Generales de la Ciudad para 2016. La oposición reprochó al Gobierno que las cuentas no atendían a la realidad social de Ceuta y que su programación no haría mella alguna en los más graves problemas sociales que padece. La reflexión de los parlamentarios merecería ser considerada con detenimiento.

¿Somos realmente conscientes de los retos y amenazas que se ciernen sobre Ceuta? ¿Hemos aceptado, transcurridos tantos años, que los cambios que ha experimentado la ciudad no permiten utilizar las categorías que eran de uso hace dos décadas? ¿Basta con invocar el manido crisol para exorcizar los demonios, para insuflar aliento a quienes no advierten en el horizonte una salida a su pobreza, para garantizar una sociedad sana, estructurada en torno a una idea común de pertenencia?

Invertir en la gente resulta indispensable, destinar fondos públicos a sostener la dignidad de amplias capas de la población que ahora se sienten abandonadas se antoja el gasto más rentable. Debemos estrechar las diferencias, eliminar los abismos, acercar los extremos. Las autoridades tienen la obligación de actuar sobre la realidad para albergar alguna esperanza de llegar a modificarla. Quizás estemos a tiempo de construir una sociedad más justa. Y cuanto más justa, más segura.