Opinión

Exceso de celo

El domingo todo habrá acabado. La cercanía al ciudadano, la cartelería en las calles, las convocatorias diarias, los vastos tratamientos en la prensa. El domingo votaremos y, al final de la jornada, sabremos. Mientras llega el día, sería bueno detenernos en lo que constituye nuestro presente más cercano y más hiriente, y preguntarnos: ¿resulta estrictamente necesario abjurar de cualquier resto de inteligencia para convertirse en candidato?

El domingo todo habrá acabado. La cercanía al ciudadano, la cartelería en las calles, las convocatorias diarias, los vastos tratamientos en la prensa. El domingo votaremos y, al final de la jornada, sabremos. Mientras llega el día, sería bueno detenernos en lo que constituye nuestro presente más cercano y más hiriente, y preguntarnos: ¿resulta estrictamente necesario abjurar de cualquier resto de inteligencia para convertirse en candidato?

La distancia que media entre los candidatos y sus electores es la misma que separa Madrid de cada una de las circunscripciones por las que concurre el partido en cuestión. Los aspirantes a escaño “de provincias” son gente disciplinada cuya misión fundamental durante dos semanas es la de reproducir las consignas que, a diario, les remite la dirección central del partido. Los más brillantes, con tales limitaciones, apenas si alcanzan a remedar con rutinaria eficacia los principios del argumentario del día. Los menos dotados o más inexpertos corren el riesgo de que el entusiasmo sectario les conduzca, en un exceso de celo de ésos que se espera sea recompensado con una asesoría generosamente remunerada, por el sendero que desemboca en el abismo.

Son la sal y la pimienta de las campañas electorales. Unos reclaman la suspensión de la vacunación de niñas porque, a su juicio, las enfermedades se contraen en función de las creencias que uno cultive y de los dioses a los que uno adore; otros subrayan, con tanto desenfado como ignorancia, que si las mujeres también pegan a los hombres, ¿para qué mantener el agravante penal por violencia de género?; hay quien se jacta de las políticas desarrolladas por el gobierno para la integración en el mercado laboral de los jóvenes, precisamente aquí, uno de los paraísos del desempleo juvenil de toda Europa…

 No sabemos qué nos deparará el futuro. Pero no puede ser algo peor.