Opinión

Frontera

El tiroteo registrado en los polígonos de El Tarajal focaliza de nuevo la atención sobre el entorno fronterizo. La percepción de que Ceuta termina en un terreno donde son posibles todo tipo de desmanes y desórdenes ha de generar necesariamente el desasosiego de la población y perjudicar la imagen que los ceutíes quisiéramos proyectar al exterior.

El tiroteo registrado en los polígonos de El Tarajal focaliza de nuevo la atención sobre el entorno fronterizo. La percepción de que Ceuta termina en un terreno donde son posibles todo tipo de desmanes y desórdenes ha de generar necesariamente el desasosiego de la población y perjudicar la imagen que los ceutíes quisiéramos proyectar al exterior.

La condición de frontera no ha de conllevar de manera obligada la aceptación resignada de que estas cosas pasan y poco más puede hacerse. Hay certeza de que, alentada por el tráfago de marroquíes que cruzan a diario la línea fronteriza para garantizar su supervivencia, existen individuos dedicados a la extorsión, el robo y la amenaza.

La eficacia de la labor de las fuerzas de seguridad está condicionada a la voluntad y determinación de las autoridades políticas. El Gobierno central, y la Ciudad en la pequeña responsabilidad que le corresponde, avanzan con paso demasiado moroso en la solución del que es sin duda uno de los problemas más acuciantes de entre todos los que acucian a Ceuta.

Sorprende, además, que el Gobierno local no tenga nada que decir públicamente ante incidentes de este carácter. Hay silencios que no se comprenden.