Opinión

Hiriente

No es el mayor despropósito que han conocido los usuarios de la línea de pasajeros del Estrecho. Aun después de esto, el servicio continuará prestándose sin que las condiciones del mismo varíen en lo esencial. Pero lo sucedido este domingo a bordo de uno de los buques que cubren la conexión marítima con Algeciras es un ejemplo hiriente de la desconsideración que las navieras muestran hacia sus clientes.

No es el mayor despropósito que han conocido los usuarios de la línea de pasajeros del Estrecho. Aun después de esto, el servicio continuará prestándose sin que las condiciones del mismo varíen en lo esencial. Pero lo sucedido este domingo a bordo de uno de los buques que cubren la conexión marítima con Algeciras es un ejemplo hiriente de la desconsideración que las navieras muestran hacia sus clientes.

“La situación con las navieras es insostenible”, aseguraba el pasado viernes públicamente el portavoz del Gobierno de la Ciudad, Jacob Hachuel. Apenas 48 horas más tarde, la fotografía del presidente ceutí, Juan Vivas, sentado en la escalera de un abarrotado “Passiò per Formentera” se convertía en la más apropiada ilustración de este hartazgo.

Quizá haya llegado la hora de que las autoridades adopten medidas decididas para acabar con los excesos de unas compañías que, sabiendo cautiva a su clientela, apenas son capaces de mirar más allá de sus cuentas de resultados. Sorprende, sin embargo, que la respuesta de los responsables públicos a este comportamiento resulte tan tímida. No tenemos noticia de que las autoridades estatales hayan movido un solo músculo de la administración para defender los derechos de los ciudadanos ceutíes. Y de las locales, apenas si hemos registrado quejas plañideras y un cuestionable proyecto de participación en el accionariado de una nueva naviera. Hace falta determinación. Y si Madrid obvia las reivindicaciones de los ceutíes, sus representantes en la ciudad deberían plantar cara a esta inacción con gestos a la altura de la naturaleza del abuso. Tendrían que haberlo hecho hace tiempo.

Y en lo que a los usuarios concierne, también resultaría beneficioso que expresasen más frecuentemente sus quejas ante las autoridades y las propias navieras. Cumplimentar las hojas de reclamación cada vez que consideren vulnerados sus derechos como consumidor podría ser un buen principio.