Opinión

Partida

Las basuras no se acumularán por las calles de la ciudad esta Semana Santa. Los trabajadores y la dirección de Trace,  la empresa de la limpieza pública, han alcanzado un acuerdo para evitar la huelga, que ya había sido convocada. A    juzgar por el resultado, el Gobierno de la Ciudad y la concesionaria del servicio han salido reforzados.

Las basuras no se acumularán por las calles de la ciudad esta Semana Santa. Los trabajadores y la dirección de Trace,  la empresa de la limpieza pública, han alcanzado un acuerdo para evitar la huelga, que ya había sido convocada. A    juzgar por el resultado, el Gobierno de la Ciudad y la concesionaria del servicio han salido reforzados.

El comité de empresa retó al Gobierno local a un pulso que el equipo de Vivas parecía estar seguro de ganar. Los sindicalistas plantearon, entre otras, una reivindicación que se antoja justa a priori: la ampliación a jornada completa de los contratos de 53 compañeros que desempeñan su labor sólo durante los turnos de fin de semana. Y para avalar su determinación, plantearon una huelga.

El problema residía en que la satisfacción de esa demanda sólo era posible si la Ciudad se avenía a aportar a la concesionaria más fondos públicos para sufragar el incremento del coste del servicio. Y el Gobierno, encabezado por el consejero Emilio Carreira, no estaba dispuesto a hacerlo.  Entregar más dinero a una empresa que permanece en el punto de mira de la opinión pública desde que se le adjudicó el servicio resultaba de una largueza onerosa. Quizás más adelante podrá hacerse, pero no ahora, y no de una manera tan pública y manifiesta.

Pero nada más conocerse la firma del acuerdo, Carreira aseguraba a los periodistas que en un futuro será posible que la Ciudad allegue más dinero a la concesionaria. “Si las necesidades exigieran nuevos servicios”, ha puntualizado. Y como de todos es sabido, las concesiones públicas siempre se ven acosadas en algún momento por necesidades que exigen nuevos servicios.

Las palabras de Carreira han debido de sonar a rechifla en los oídos de los sindicalistas, habituados a la cantinela que durante las últimas semanas no han cesado de reiterar los miembros del Gobierno: “No habrá más dinero”.

El acuerdo contempla una subida salarial del 1% desde 2017, lejos del 5% solicitado por la plantilla. Los 53 trabajadores de fin de semana no verán ampliados sus contratos. Los trabajadores de contenerización, para quienes se reclamaba su inclusión en el convenio de limpieza, continuarán rigiéndose, como hasta ahora, por el de químicas. Y no habrá huelga. El resultado final no habrá de resultar muy alentador para los sindicalistas.

Del otro lado, mientras atendía a los medios de comunicación, Carreira esbozaba una media sonrisa, una de ésas que iluminan el rostro de quien sabe que ha ganado la partida.