La historia se repite una y otra vez cada vez que se hacen públicas las listas, aunque sean las provisionales, del Plan de Empleo. Algo sucede, ya que no es normal que año tras año arrecien las críticas y cada vez sean más los partidos políticos y organizaciones que muestren su total desacuerdo con los procesos selectivos que se realizan para elegir a los trabajadores que se beneficiarán de estas políticas activas de empleo.
Los altos índices de desempleo existente en Ceuta, un mal endémico para la ciudad, hace que actuaciones como estas vengan como agua de mayo para muchas economías familiares ceutíes. Algunos trabajadores tienen puestas sus esperanzas en el Plan de Empleo y no tienen otra manera de acceder al mercado laboral.
Pero lo preocupante, al menos debería serlo para las administraciones, es que cada vez que se va a poner en marcha un plan de empleo aparezcan afirmaciones como que se van a denunciar ante la Inspección de Trabajo de todas aquellas irregularidades que se detecten en relación con las contrataciones, siempre que supongan suplantación de personal de estructura de la Ciudad y sus empresas dependientes, o trabajos que sustituyan la actividad que debería desempeñarse por el sector privado, tal y como manifiesta Comisiones Obreras. ¿Hay que pensar entonces qué existen irregularidades en estas contrataciones?
Pero todavía es más grave que la Confederación de Empresarios de Ceuta entienda desde hace años que el plan de empleo ha dejado de cumplir con los objetivos para los que fue creado y que, en la actualidad, se trata más de una actuación social que de una política activa de empleo. ¿Qué estamos hablando de algo parecido a un PER de Ceuta?
Sin duda, el Plan de Empleo debe de ir más allá que dar ocupación al desempleado durante nueve meses, porque la pregunta se viene a la mente de inmediato ¿Y después de los nueve meses, qué?
