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La detención del presunto autor de la muerte de un joven en El Príncipe ha servido para hacer evidente el arrojo y la profesionalidad de un grupo de policías. La obligada discreción de las investigaciones había sumido en la inquietud a los ceutíes, atónitos ante la sucesión de inesperados episodios de violencia. La rápida resolución del caso ha aportado cierto sosiego a una sociedad que, pese a todo, continúa recelosa ante la evolución de determinados fenómenos delictivos de los que la ciudad es escenario.

La detención del presunto autor de la muerte de un joven en El Príncipe ha servido para hacer evidente el arrojo y la profesionalidad de un grupo de policías. La obligada discreción de las investigaciones había sumido en la inquietud a los ceutíes, atónitos ante la sucesión de inesperados episodios de violencia. La rápida resolución del caso ha aportado cierto sosiego a una sociedad que, pese a todo, continúa recelosa ante la evolución de determinados fenómenos delictivos de los que la ciudad es escenario.

Las imágenes distribuidas por el Ministerio del Interior testimonian el riesgo que asumieron los agentes en el operativo desplegado en la vivienda de la Cuesta Parisiana donde se ocultaba el presunto criminal. Acostumbrados a la labor callada de las fuerzas de seguridad, en pocas ocasiones como ésta cabe ser testigo de cómo los policías arriesgan su vida en la labor de proteger los intereses de la comunidad.

Con todo, la tarea que han de afrontar las autoridades y los cuerpos policiales se antoja ardua en una ciudad donde existen tramas delictivas tremendamente activas. Combatir esta lacra requiere, probablemente, una estrategia y una determinación que han de ser planificadas en un nivel más político que policial. Pero, en días como éste, sólo queda celebrar que los ceutíes tengamos a nuestro servicio a un cuerpo tan eficaz y profesional como el de la Policía Nacional.