Opinión

Resurrección

Hay criaturas que, después de que les haya alcanzado la garra de la Parca, se levantan de su fosa, se sacuden el polvo sobre los hombros y  salen de nuevo al mundo como si tal cosa. La medalla del exsuperintendente de la Policía Local camina hoy trastabillándose con la torpeza de un zombi tras regresar del tenebroso mundo de los muertos.

Hay criaturas que, después de que les haya alcanzado la garra de la Parca, se levantan de su fosa, se sacuden el polvo sobre los hombros y  salen de nuevo al mundo como si tal cosa. La medalla del exsuperintendente de la Policía Local camina hoy trastabillándose con la torpeza de un zombi tras regresar del tenebroso mundo de los muertos.

El Gobierno de la Ciudad había dado por difunta y enterrada la condecoración con la que hace ahora un año distinguía la carrera profesional de Ángel Gómez, máximo responsable de la Policía Local de Ceuta durante más de tres décadas. Pero el infierno de la actividad política, a diferencia del cálido retiro vacacional con el que de niños nos asustaban los curas en las escuelas públicas, parece no ser un destino permanente.

La distinción concedida a Gómez levantó no pocas críticas entre los partidos de la oposición. La decisión de entregar una medalla al exjefe policial se interpretó como la excusa para uno de esos ceremoniales que tan del gusto resultan al actual Gobierno y cuyo propósito no es otro que el de dar lustre, en idéntica medida, a agasajado y agasajador.

Un juzgado dictamina ahora que el acuerdo plenario promovido por el PP para avalar el galardón es nulo. Así que habrán de cesar los duelos, recoger el velorio, suspender los pésames y estudiar a ver qué se hace con esta medalla rediviva. Y buscar entre los miembros del Gobierno al sepulturero que haya de ofrecer alguna explicación.