Opinión

Silencio y obviedades

Sólo el silencio genera más desconcierto que un discurso empeñado en negar lo que para todos resulta obvio. Las autoridades del Gobierno central cultivan en Ceuta ambas modalidades de la estupefacción.

Sólo el silencio genera más desconcierto que un discurso empeñado en negar lo que para todos resulta obvio. Las autoridades del Gobierno central cultivan en Ceuta ambas modalidades de la estupefacción.

El Gobierno de España tiene un problema con los flujos de personas y mercancías a través de la frontera. A través de la Delegación del Gobierno se han adoptado durante los últimos tiempos medidas que se antojan razonables y proporcionadas. El control de los vehículos que acceden a la ciudad desde Marruecos no hace más que establecer en Ceuta lo que ya rige en cualquier otra frontera de la Unión Europea.

Sin embargo, desde la apertura del paso de mercancías de El Tarajal II las dificultades para lograr un tránsito ordenado a través de la frontera no han hecho sino aumentar. Las razonables medidas a las que más arriba se aludía se han revelado insuficientes para acabar con la intolerable situación que día tras días se vive en la carretera de la frontera. Algo que resulta obvio para cualquier ceutí, no parece serlo para el delegado del Gobierno, Nicolás Fernández Cucurull, quien esta misma semana aseguraba que no podía decirse que la situación fuese caótica. Contradecir lo evidente causa desconcierto.

También esta semana llegaba la ciudad el director general de la Guardia Civil, José Manuel Holgado. Como una de sus muchas funciones, los agentes del Instituto Armado se ven enfrentados a la ingente tarea de vigilar el perímetro fronterizo. Las organizaciones representativas de los guardias insisten en que el cuerpo no dispone de medios ni de plantilla para hacer frente a ésta y otras obligaciones que tiene encomendadas. En el control de la migración clandestina, ni tan siquiera disponen de un protocolo de actuación.

Ante este reto, el director general consideró como lo más conveniente visitar Ceuta para no decir una sola palabra. Un comunicado emitido cuando ya se había marchado fue el único testimonio que dejó tras su paso por la ciudad. Holgado guardó silencio sobre asuntos que generan una manifiesta inquietud entre la ciudadanía. Y eso resulta incluso más desconcertante que el empeño del delegado por negar la evidencia.