Opinión

El buen café de la cafetería Cervantes

Quiero dar una idea de un momento agradable en mi vida, es casi un pequeño artículo de costumbres. Por ello quiero contar, que llevo algún tiempo, quizás más de un año, siempre tomando el café mañanero en el nuevo día pintado, junto a un grupo de buenos amigos en una cafetería del centro.

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Quiero dar una idea de un momento agradable en mi vida, es casi un pequeño artículo de costumbres. Por ello quiero contar, que llevo algún tiempo, quizás más de un año, siempre tomando el café mañanero en el nuevo día pintado, junto a un grupo de buenos amigos en una cafetería del centro. Es la cafetería Cervantes, situada frente a la manzana del Revellín.  Es una cafetería vistosa y agradable tanto en atención como en buen café. Porque el café Cervantes, es una cafetería no muy grande que parece un autobús cargado de viajeros, donde con el tiempo, aunque el trayecto sea corto en el tiempo, todos nos conocemos y hablamos de nuestras cosas o de otras más.

En ella, muchas gentes de nuestra casa ceutí, sostenemos entre sonrisas un ágil dialogo, criticando con sorna todo lo que nos pasa y lo que opinamos de las cosas que los días nos muestran. Porque en esas conversaciones somos como exploradores de los hechos que suceden, contándonos los problemas del destino de las cosas que la prensa escrita nos cuentan. Ya que al leerlas, aunque intenten convencernos de otras realidades interesadas, ante nuestros ojos se muestran otras nuevas opiniones que en ellas se ocultan. Esto es así, porque son cosas que pasan en los callejones de nuestras casas o de expectativas nunca alcanzadas por nuestros sorprendentes concejales. En esos momentos, nos volvemos impetuosos en nuestras propias conclusiones, que siempre llenamos con mieles y venenos. Eso sí siempre en voz suficientemente alta, para que el que quiera o no,  pueda compartirlas.

Dentro y tras la barra, manejando la maquina cafetera, unos inquisidores y brillantes ojos nos vigilan mostrando la blancura de unos dientes sonrientes, que como gesto impuesto nos enseña cuando observa que le miramos. Supongo que serán sentencias u oraciones sobre nosotros, las que pasan por su mente cuando nos mira en la corta distancia que nos separa, pensando sobre ¿Qué hablamos y de quién? Porque allí, Abdelkader, su propietario, se siente como el presidente de una república cafetera sin igual. ¡Vamos… como si hubiera descubierto el magnífico y único grano del Valdez cafetero, tan anunciado en la televisión! Pero bueno… tener su negocio propio… ¡Fue su sueño y su buena suerte!, y ahora nos ve como clientes necesarios a quienes, aparte de la amistad, siempre nos quiere halagar. Sera por eso, que procura que su café sea siempre el mejor y que sepamos que son solo sus manos las que lo elaboran con la esperanza de que con el buen sabor del paladar no olvidemos que para nosotros lo hace él.

Y así, se pasan las mañanas en nuestra tierra, blandamente sentados en una apacible terraza, observando a las gentes que como cada día por la calle andan todos a sus diferentes cosas. Luego  y al poco tiempo nos vamos, con la esperanza de que pasado otro día, nos volvamos a reunir alrededor de buen café que Abdelkader nos prepara, Y así, una y otra vez, siempre nos encuentran las mañanas, cuidando que el hastío no nos ahogue la alegría de encontrarnos todos juntos en cada nuevo día. Pero quizás sea más difícil explicarlo que para otros entenderlo, pero bueno esto es lo que pasa cuando por las mañanas al café Cervantes acudimos, porque allí, disfrutamos de un agradable tiempo que siempre se nos hace corto. ¡Ah…y de un buen café!