Opinión

Buenos días, hermano prisionero

Esta expresión (es de un poema que recuerdo de Khalil Griban), era la que todos los días un pequeño pajarito enjaulado daba al tigre encerrado en una jaula cercana. En el fondo se sentía unificado con él en el encierro que les igualaba, y así debemos sentirnos todos en estos días de confinamiento obligado (…) ¡Igualados!. De esta manera con el confinamiento domiciliario que nos sujeta a todos, hemos aprendido a la fuerza  en esta sociedad  acostumbrada a exigir derechos que también debemos asumir deberes. Y ha sido necesaria esta confinación, porque solo de esta manera podemos defender a nuestros mayores ya que (no sé si muchos se han dado cuenta), estamos en una sociedad de familias más de los abuelos que de los propios padres. Por ellos y sobre todo por ellos es por lo que debemos permanecer aislados en nuestros domicilios (…) ¡Para defenderlos a ellos y a todos nosotros de esta terrible pandemia que como un macabro vaivén universal, nos ataca todos los días!.

Sin embargo, un viento de agradecimiento y de solidaridad que no viene del cielo, recorre todas las tardes nuestra nación. Es el rumor de millones de personas que aplaudiendo desde sus ventanas y balcones agradecen a todos aquellos sanitarios, miembros de las Fuerzas de Seguridad, ejercito, y demás personas imprescindibles que garantizan nuestra vida cotidiana su labor. Aquí no quiero olvidar a todas aquellas personas de los supermercados y mercados, cajeras, reponedores…y todas las que diariamente salen a cumplir con su obligación de proveernos de lo necesario para nuestra supervivencia sin contratiempos, que también son destinatarios de nuestro agradecimiento.

¡Cuántas historias personales nos acompañan todos los días, cuando desde los balcones conseguimos que nuestros aplausos hiervan con el fragor de una tormenta, dando gracias a todos aquellos que se encuentran en primera fila de esta terrible batalla contra el coronavirus! Pero, es necesario reconocer que aunque lo prioritario es la salud, también hay muchas habitaciones sin ventanas al exterior, qué solo pueden oír lo cercano que les interesa, y desde las que solo son capaces de chirriar pequeños y falsos acordes intentando distorsionar esa maravilla de luz que crea nuestro concierto de solidaridad, y que son dirigidos por los empecinados nacionalismos quienes solo muestran una existencia inadaptada a la realidad.

Pero bueno (…), este escrito es simplemente para agradecer a todos por su voluntad y bonhomía en la lucha contra esta epidemia, no para perder el tiempo con los mezquinos y miserables oportunistas de los sentimientos  ajenos. Así que (…) ¡ENHORABUENA Y GRACIAS POR VUESTRO TRABAJO A TODOS! Y a los confinados, como yo, simplemente os deseo que todos los días sean buenos ¡Hermanos prisioneros! En la seguridad de que entre todos venceremos esta época de tristeza y miedos.