Opinión

Hoy en Cataluña, algo huele a viejo

Porque hoy y en minoría, el Parlamento catalán ha rebuscado entre sus ropas viejas intentando oler algo nuevo. Pero lo han hecho con tijeras largas y alevosas intentando cortar el magnífico vestido que embellece a la nación milenaria que se llama España.

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Porque hoy y en minoría, el Parlamento catalán ha rebuscado entre sus ropas viejas intentando oler algo nuevo. Pero lo han hecho con tijeras largas y alevosas intentando cortar el magnífico vestido que embellece a la nación milenaria que se llama España y la Unión Europea. Pensaron que esas tijeras antidemocráticas, manejadas por una burda costurera que dirigía un parlamento casi vacío eran más que suficientes para, arrinconando a sus vecinos, rasgar a toda una nación europea. Y lo han hecho cobardemente buscando el anonimato, para que nadie sepa quiénes fueron los que cortaban anárquicamente tanta tela de insolidaridad. Esto es solo traición sin orgullo ni honor.

Porque hoy han sido cobardes hasta para cortar la tela. Y por eso lo han hecho a escondidas, buscando el anonimato del voto, a fin de impedir saber quiénes manejaban las tijeras con las que rasgaban tan magnifico vestido.  Pero las tijeras que han usado no son de acero limpio y cuidado, como deben serlo aquellas que deben estar siempre dentro de su costurero, donde se recogen las esperanzas de todos los que quieren diseñar ropas nuevas. Y son tijeras que pretenden dejar olvidadas y depositadas en cualquier lugar de alguna casa grande para que siempre se consideren perdidas.

Ahora hay que recoger cuantas telas cortaron de forma imprudente para conseguir los retales con los que intentan hacer su encrespado y falso disfraz de fúnebre payaso carnavalero. Porque, sin darse cuenta, han cortado la tela de un traje que solo puede vestir a un difunto, ya que han intentado separarse de una parte de su existencia. Ignoran que su menguante existencia independiente apenas cabe en el bolsillo del traje con el que se viste toda una Europa unida. Porque con esos jirones de tela que han cortado irreflexivamente, ya no pueden ir a ninguna parte. Ya que cortando el patrón que les enseñaba a coser y unir ordenadamente todas las partes del vestido que cubría y evitaba la desnudez de su región se han quedado desnudos y sin tela que cortar.

Han olvidado la razón con la que se deben manejar unas tijeras cortantes y bien afiladas. Porque estas tijeras catalanas de una minoría son solo cuchillos de filos oxidados y mellados.  Y así, rompiendo el paño de su nación, han cortado con ellas también los hilos que podrían unir sus futuros jirones y harapos de miseria totalmente rasgados.  Y con ello han rasgado también el valor de sus banderas convirtiéndolas en trapos olvidados para todos aquellos que desde hoy puedan mirarlas.

Porque hoy, en el Parlamento catalán, ha estallado una tormenta que agujereando el cielo pronto se desplomará lleno de duro granizo sobre sus hasta ahora fértiles tierras. Ya que cuando caigan esas aguas torrenciales, todo se manchara con el barro de las tierras sin cultivar, que ellos mismos han abandonado, dejando que esas aguas sucias destruyan todo aquello que tanto trabajo y dedicación muchos emplearon.

Ahora, algunos, solo algunos que no todos, recorren sus campos todavía fértiles como una pequeña marea demente, atravesando y vociferando en sus aldeas las desatadas locuras de absurda libertad que hacia la nada anima a sus cabezas adocenadas. Porque esa euforia de un traje tan mal hecho solo sirve para eso, para la fiesta, y para el circo del carnaval y para nada más.

Pero bueno, esto es lo que hoy ha pasado en el Parlamento catalán, donde unos pocos han declarado, embozados con el cobarde anonimato, la república independiente con la que solo ellos sueñan.  El oso independentista ha dado su estúpido manotazo aplastando el cráneo de su propia región. Ahora solo queda esperar al día de mañana que, engañando a todos, han querido algunos. Pero, personalmente, me gustaría saber, ¿dónde estarán los bolsillos con los que quieren vestir su deseado sudario?

Y mientras tanto. Malvenidos de nuevo los antiguos reinos taifas, porque nadie dará la bienvenida a una región aislada y tercermundista. Por eso, en Cataluña huele a algo viejo, ya que, sin leyes y normas, Cataluña ha retrocedido a la Baja Edad Media. ¡No sigamos su ejemplo y enmendemos sus errores con nuestro constitucional artículo 155!