Opinión

La ley del rebaño

Sin duda (…) ¡Solo es verdad aquello que por nuestro interior camina!. Porque, por otra parte en nuestras cabezas solo admitimos aquello que queremos ver y creer, nunca otras cosas, por claros que sean a nuestros sentidos. Y esto es algo que muchos saben por eso la propaganda es tan importante para manejar las sociedades humanas. Es decir (…) que solo creeremos aquello que haya sido asimilado, de la forma que sea, por nuestros pensamientos. Y ahí (…) es donde la publicidad y la propaganda tienen su imparable fuerza cuando al fin, consiguen imbuirnos un determinado pensamiento con su machacona repetición diaria.

Y esto creo que es así y no de otra manera, porque después de oír y ver tantas veces las repetidas cosas que los subvencionados medios audiovisuales, tanto nacionales como locales, nos dicen a todas horas, me parece que todas ellas han sido engendradas por un mismo rayo de estupidez dirigido e interesado. Ya que siempre pienso que la opinión dirigida y repetida trescientas o más veces proporciona trescientas o más ventajas de credibilidad, es decir que al final se consideran como ciertas. El problema es que esta suma de verdad absoluta impuesta, alcanzan y convencen, a pesar de sus inconvenientes psicológicos y económicos, a toda una sociedad cada vez más inadaptada que solo busca su utilidad social negando la reflexión personal. Porque en el fondo y con ello, aunque casi nadie se lo crea, estamos creando un compacto rebaño que con sus propias leyes solo obedecerá a las normas impuestas de arriba abajo, ya sancionadas por la interesada mediocridad de la dirigente política actual.

Y son las leyes del rebaño (…) ¡Leyes draconianas!. Tanto (…), que pueden resumirse en dos máximas (…) ¡Que aquellos que destaquen por arriba o por abajo deben ser eliminados!. ¡Solo el rebaño tiene razón! Por ello (...) ¡Seamos mediocres! Gritan, las anónimas voces del rebaño (…) ¡Resistámonos a la originalidad y a la innovación, y sacrifiquemos nuestra individualidad en aras al entendimiento colectivo del pensamiento único!. No son estas normas nuevas que desconozcamos, porque ya las aplicaron tanto los seguidores del comunismo inicial de Lenin como su hitleriano aprendiz Goebbels. ¡Es el conocido agi-prop!, donde su dictadura moral creo un pensamiento mayoritario con gran éxito y nefastos resultados. Por tanto (…) sigamos su ejemplo y (…) ¡Alejémonos de aquel pensamiento que consideraba que la privacidad era necesaria para libertad! ¡Integremos en el rebaño y rechacemos la individualidad!.          Y después (…) ajo (…) y agua (…), como comúnmente se dice.

Concluyendo (…) Hagamos cierta aquella historia que cuenta como cuando un esposo encuentra a su mujer con otro en la cama, y parece que se enfada, y ante su enfado su mujer le dice también de forma iracunda (…) ¡Ves, como no me quieres, prefieres creer en lo que ves en vez de creer lo que yo te iba a decir!. Así, que siguiendo su absoluta lógica de apasionado amor, creamos solo lo que nos cuentan nuestros políticos, nunca en lo que pensamos y vemos realmente. Y después (…) a balar y pacer pacíficamente al unísono con el rebaño para que no se noten nuestros inocuos y lastimeros  balidos.