Opinión

La Semana Santa

Creyentes y no creyentes, que nadie lo ponga en tela de juicio, sacan su tajada a estas fiestas religiosas, que para unos, entre los que me encuentro, representan, en su origen, una vuelta de tuerca a lo que era la sociedad, mientras que para otros son un puro y simple invento de épocas oscuras de la Edad Media.

Creyentes y no creyentes, que nadie lo ponga en tela de juicio, sacan su tajada a estas fiestas religiosas, que para unos, entre los que me encuentro, representan, en su origen, una vuelta de tuerca a lo que era la sociedad, mientras que para otros son un puro y simple invento de épocas oscuras de la Edad Media.

Hay opiniones para todo, pero lo que hace falta es saber distinguir perfectamente lo que representó Cristo, en su vida y muerte, hasta ahí llego, y lo que ha representado su recuerdo, por parte de quienes han malinterpretado la vida y la pasión del propio Cristo.

Ahora, en nuestros días, lo que vemos, en parte, es el folklore sano y  el sesgado, a veces, que atrae mucha clientela y que aporta grandes dividendos a todos los pueblos de nuestra geografía, por ejemplo.

Y es que Sevilla o Málaga, pongamos por caso, serían mucho menos de lo que son, si no vivieran como viven su Semana Santa, en tanto que Valladolid, Zamora o incluso Ávila, a través de la Semana Santa, son capaces de mostrar fuera de sus recintos sagrados una parte muy importante de lo que representó y sigue representando hoy el arte castellano.

Y, en otro terreno, pero hoy mismo, en nuestra geografía, los estudiantes serían y habríamos sido menos estudiantes, sin la Semana Santa, que es una parte imborrable del propio calendario estudiantil.

España que hoy, según que tendencias, se puede ver como más o menos pegada y dependiente de lo que es la religión católica, ha sabido ver el misterio de la pasión no sólo desde una perspectiva de simple catetismo religioso mal formado, sino desde un ángulo en el que se perfila un poco más lo que es la sociedad que vivimos.

La Semana Santa aunque tuviéramos la desgracia de que un día, “oficialmente”, nos hicieran a todos marxistas o algo parecido, no podría desaparecer jamás del fondo de nuestra sociedad, cosa que no tiene que coincidir con las tendencias políticas de cada momento.