Opinión

El ego en la política

"Para ser político, ya sea en un ministerio o en un pequeño pueblo, hay que tener el ego controlado, resulta difícil, pero debe ser así para no caer en la imbecilidad o en la soberbia".
salón pleno vacío
photo_camera Salón de plenos del Ayuntamiento de Ceuta (ARCHIVO)

El ego es el enemigo, no nos deja aprender, es el que hace que el ser humano piense con soberbia, el que pone la zancadilla ante cualquier atisbo de éxito. Para ser político, ya sea en un ministerio o en un pequeño pueblo, hay que tener el ego controlado, resulta difícil, pero debe ser así para no caer en la imbecilidad o en la soberbia. La política como vocación, raras veces se encuentra, en cambio, la política y el narcisismo se entrelazan de manera errada obteniendo un fatal desenlace, porque el ego moviliza al político. El político por convicción y devoción dice luchar por los demás, es rehén de su pasión, pero el ego desmesurado en la política ha provocado en la historia de la humanidad incontables guerras y conflictos. La política, en su connotación más pura, es llegar a acuerdos entre mentalidades diferentes para poder vivir en armonía.

Centrándonos en la Región, más concretamente en uno de sus municipios, Torres de Cotillas con más de 20.000 personas censadas en su Ayuntamiento, carece de efectivos policiales porque sus políticos son incapaces de llegar a un entendimiento con sus agentes; todos se encuentran de baja médica, todos excepto uno. En su lugar han contratado a vigilantes de seguridad, pero esto no gusta a la población. Estos profesionales hacen lo que pueden, pero las críticas e improperios hacia ellos no cesan. Y mientras que los políticos (y sus egos) se encuentran de vacaciones, el municipio está desprotegido y en manos de todo el que pretenda hacer daño. Sus vecinos preocupados, ponen el grito en el cielo, sin saber muy bien qué es lo que va a pasar. Antelo, consejero de Interior, “planea crear una unidad policial para actuar” en situaciones como la que viven estos vecinos. Y mientras tanto, culpa a otros. A la espera de un retén policial se encuentra el municipio.

No existe una ley a nivel estatal que tenga una base sobre los procedimientos de la Policía Local. Se acogen a la misma ley de Policía Nacional y Guardia Civil, la Ley Orgánica 2/1986 de 13 de marzo. Un error muy grande y grave. La Policía Local es un cuerpo único bajo la dirección de un alcalde. Es su jefe. Un alcalde no debería ser el jefe de una policía, ya que carece de formación y preparación. Un cargo público de este calibre no puede enfrentarse a esto sin tenerla, ya que se le va de las manos, le viene grande, repercutiendo en la ciudadanía. Sin formación no hay buena toma de decisiones. Los tiempos cambian, pero las leyes se quedan obsoletas, por lo que sería aconsejable que se crease una ley de ámbito estatal inexistente a día de hoy, que fuese una base para poder ir desarrollando las diferentes necesidades en todas las comunidades autónomas.

He aquí mi sugerencia ante tanto caos. La creación del Agente de Movilidad. Es aquel que puede denunciar a cualquier usuario que cometa infracciones a las normas de tráfico o atente contra la seguridad vial, quiere decir que puede denunciar por algo grave, como conducción temeraria o multar por encontrarse un vehículo mal estacionado. Los debe crear la Comunidad Autónoma y ya existe este retén en Madrid o Barcelona.

La creación de estos agentes, aparte de un retén en caso de necesidad, dependen del ayuntamiento y pueden tener unas funciones concretas y aunque no son policías, descongestionarán el trabajo de los policías locales, liberando de exceso de trabajo a estos agentes para poder centrarse de lleno en la seguridad ciudadana.

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