Opinión

La frontera, a grandes problemas, grandes remedios

Ya parece que va quedando más o menos claro que el verdadero problema del caos fronterizo no reside solo en la apertura del Tarajal II, que también, sino más bien, en la cantidad de vehículos que transitan por esa frontera con la única intención de trapichear en ese mercadeo de zoco que algunos han bautizado con el nombre de comercio atípico, pero que otros simplemente definen como contrabando.

Juan Redondo

Ya parece que va quedando más o menos claro que el verdadero problema del caos fronterizo no reside solo en la apertura del Tarajal II, que también, sino más bien, en la cantidad de vehículos que transitan por esa frontera con la única intención de trapichear en ese mercadeo de zoco que algunos han bautizado con el nombre de comercio atípico, pero que otros simplemente definen como contrabando.

En todo esto de las denominaciones dadas al asunto en cuestión, también reside una parte importante del problema, porque para darle una solución primero hay que definir que es exactamente lo que hay que solucionar y en base a que. En primer lugar debemos tener en cuenta que lo que hay en el Tarajal es un paso fronterizo, sin su correspondiente aduana, una especie de frontera con la boca pequeña que queda a medio camino entre lo que sería un acceso fronterizo con carácter internacional y un puesto secundario perdido en una línea fronteriza como la que existe entre los Estados Unidos y México. Algo bastante peculiar que deja mucho de su funcionamiento en una especie de limbo jurídico y que la convierte en algo propenso al coladero y al colapso deliberado.

La frontera del Tarajal ha cambiado radicalmente en la última década, y no me refiero solo a su aspecto estructural sino a su carácter fronterizo, hace tan solo unos años el volumen de las personas que por ella transitaban no era ni la cuarta parte de las que hoy la cruzan en ambos sentidos y este crecimiento se ha producido sin que las autoridades de ambos países se sienten a negociar un estatus mucho más definido y regulado de esta, algo que ya es totalmente necesario para gestionar con cierta eficacia ese tránsito fronterizo.

Es evidente que Marruecos difícilmente está por la labor de definir de una vez por todas el rango adecuado para esta frontera, al entender que ello afectaría a sus injustificadas reclamaciones, y por supuesto a todas esas acciones que por lo general realiza, aprovechándose de las lagunas jurídicas existentes a causa de la indefinición, para colapsar la ciudad  y poner en jaque de paso nuestra comodidad, seguridad y pacífica convivencia.

Para corroborar lo que digo, solo basta con echar un vistazo a como se está gestionando desde la zona marroquí todo el asunto de los supuestos MENA, quienes deambulan impunemente por la frontera sin que ni siquiera las autoridades marroquíes hagan ni el más mínimo esfuerzo por identificarlos e impedirles el paso, haciendo por lo general la vista gorda como el que sabe que con ello se quita un problema y además contribuye a ponerle las cosas aún más difíciles a las autoridades españolas. Eso sin contar que muchos de estos menores forman parte de grupos de delincuentes mayores que también aprovechan la caótica situación, para entrar sin la menor oposición marroquí y realizar sus fechorías, poniendo en jaque a toda una ciudad, haciéndola insegura y cada día menos habitable.

Esa es la realidad de una frontera secuestrada en toda regla por una actividad en unos Polígonos "comerciales", de los que se sabe con certeza que poco o nada obedecen a intereses comerciales locales o nacionales, sino que ya descaradamente son utilizados como un elemento productivo más de la economía marroquí, estando controlados desde el otro lado de la frontera, hecho que el boicot de las tarjetas ha puesto de manifiesto por si a alguien le quedaba alguna duda, situación que ya había denunciado en multitud de mis artículos.

A estas alturas la única solución y no me cansaré en decirlo las veces que hagan falta, es el cierre de esos polígonos, ninguna autoridad que se precie de serlo, puede tolerar el desacato que en el que se encuentran la mayoría de las naves que allí se ubican, donde de más de doscientas, solo veintiséis tiene todos sus papeles en regla, permitiéndose encima las irregulares la chulería, en desafiar  abiertamente a la autoridad, negándose a correr con la parte de los gastos que genera la necesidad de tener que contar con seguridad privada para regular el caos que precisamente ellos generan.

Para arreglar esto se requiere valentía y eso es justamente lo que tiene que demostrar el Delegado del Gobierno, a buen seguro que de hacerlo contará con el aplauso de toda una ciudad que respirará aliviada, ciudadanos y comerciantes, quienes verían como una frontera regulada y en orden beneficiaría enormemente a un comercio local de calidad que si generaría beneficios a Ceuta.

Supongo que de su última visita a Madrid vendrá cargado con soluciones nuevas y contundentes, facultado para aplicarlas con celeridad, esperemos que así sea, porque en el momento que todo este caos se convierta en algo de lo más normal del mundo, dejará de ser noticia y la victoria de los que quieren que todo siga igual habrá sido total, siendo los perdedores absolutos Ceuta y con ella la mayor parte de los ceutíes.