Opinión

¿Quiénes son esos técnicos?

Por lo general suele suceder que los políticos de turno, siempre que acometen un proyecto de importancia, se respalden en los informes realizados por aquellas personas que, en el desempeño de su cargo, poseen la cualificación y conocimientos técnicos necesarios para conseguir que lo pretendido se realice con la mayor calidad, solvencia y eficacia posible.

Juan Redondook

Pues bien, y teniendo en cuenta que esto debiera ser la práctica habitual, no siempre parece que se de el caso, ya que viendo la cantidad de fallos que se producen en la ejecución de multitud de estos proyectos, uno empieza a dudar si realmente los profesionales cuentan con los medios requeridos o con las capacidades adecuadas para el desempeño de la tarea encomendada.

Para hacerse una idea de lo que digo, primero habría que tener en cuenta quienes son los que normalmente piden esos informes. En la mayoría de los casos son los responsables políticos de las diferentes áreas en las  que se divide funcionalmente el gobierno autónomo, los que encargan esos informes a los técnicos adscritos a sus consejerías y por lo tanto subordinados jerárquicamente dentro del respectivo organigrama de gestión. La práctica habitual suele dar medida cuenta de la profesionalidad y celo con el que estos equipos técnicos desarrollan su tarea diaria, pero no es menos cierto que la labor encomiable de muchos de ellos se ve en ocasiones perjudicada por la no tan encomiable labor de políticos sin escrúpulos que prefieren anteponer los intereses de ciertos poderes fácticos y los suyos propios, a los de la Ciudad en general y a los de sus ciudadanos en particular, teniendo como resultado más inmediato, que algunos de esos informes solicitados al final acaben avalando algunos de esos espurios intereses.

Se da el caso que en infinidad de ocasiones, a la hora de realizar los correspondientes informes que han de justificar la objetividad de los procesos de licitación para la adjudicación de los diferentes servicios municipales, por mediación del político de turno, aparece algún que otro técnico adscrito a ciertas empresas licitadoras con propuestas descabelladas que se sitúan al filo de la legalidad y cuyos presupuestos a la baja, ponen en duda que se pueda prestar siquiera el servicio solicitado. Lo curioso del asunto es que aún siendo la evidencia abrumadora, se acaba transigiendo con el asunto y realizando la adjudicación, produciendo desfases tremendos en el correcto desarrollo del servicio y todo ello con la aquiescencia del político de marras, pero también del técnico adscrito a la administración, que posiblemente encogiéndose de hombros, no le quede más remedio que aceptar lo que a todas luces es inaceptable.

Ejemplos de esto hay unos cuantos, uno de ellos sería el que hace no muchas semanas salió a la luz pública y que está relacionado directamente con ACEMSA y la gestión de la red de saneamiento, en la que una vez descubierto el pastel, ni desde el gobierno local han sido capaces de aclarar, si se ha tratado de un error o si por el contrario la adjudicación ha sido la correcta, dando una imagen de confusión que solo corrobora la caótica situación en la que anda desde hace ya bastante tiempo metido este Ayuntamiento y que genera vergüenza ajena a todos los que de una forma u otra presenciamos a diario tan bochornoso espectáculo.

Parece evidente que la gran mayoría de los técnicos están saturados de trabajo, asumiendo responsabilidades que en muchos de los casos deberían ser asumidas por el político responsable de su área de adscripción, es tal la necesidad que estos últimos tienen de los primeros, que en el último cambio de consejeros, uno de ellos se ha tomado la libertad de llevarse a uno de esos técnicos a su nueva Consejería, haciendo que muchos de los proyectos previstos de ejecución se paralicen a consecuencia de tan arbitrario cambio.

Lo peor del tema es que algunos manejan el asunto público, como si fuera propio, haciendo y deshaciendo en función de según que intereses medien en ese momento, la mayor parte de ellos rara vez relacionados con el interés general. Esas prácticas son poco o nada recomendables, muy responsables del caos actual y mucho más propias de una boda descontrolada, que de la gestión responsable y seria de los recursos públicos.