Opinión

Señores policías, ustedes tampoco deberían aparcar en doble fila para desayunar

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En nuestro día a día, nos cruzamos con figuras de autoridad que, por la naturaleza de su labor, merecen un alto grado de respeto y admiración. Los policías, en particular, desempeñan un papel crucial en la seguridad y el bienestar de la comunidad, una labor que no puede ni debe ser subestimada. No obstante, incluso aquellos que llevan el deber y la protección como estandarte, deben predicar con el ejemplo, especialmente en lo que a la ley se refiere.

Sin embargo, hay momentos en los que incluso estos custodios del orden parecen olvidar la importancia de su ejemplo. Imagínate esto: vas corriendo por la mañana, intentando pillar un café antes de lanzarte a la maratón que es tu día laboral. Aparcas en doble fila rapidito porque, total, "solo serán cinco minutos". Al volver, sorpresa: multa al canto por mal estacionamiento. Te fastidia, pero al final te lo tragas porque, bueno, la ley es la ley y el que lo ha hecho mal eres tú. Sin embargo, al día siguiente, mientras intentas hacer las cosas bien y buscas un sitio para aparcar, ¿qué ves? Un coche de policía plantado en doble fila frente a la misma cafetería, sin intermitentes ni nada. Y dentro, un grupo de agentes tomándose su café tranquilamente, como si tal cosa.

Aquí hay algo que no cuadra, ¿no? Es un poco como cuando tus padres te decían eso de "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago". Si hay algo que tenemos claro es que todos, incluidos los que llevan placa, deben seguir las reglas. Y sí, se entiende que ser policía es un trabajo duro, de esos que merecen respeto por el simple hecho de mantenernos seguros. Pero, ¿no deberían ser ellos los primeros en dar el ejemplo?

Es curioso cómo un gesto tan pequeño puede decir tanto. No es el fin del mundo, claro, pero deja un regustillo raro. Como ese sabor amargo que te deja el café cuando se te olvida echarle el azúcar. En el fondo, lo que molesta no es el café ni la multa, sino ese doble rasero que parece aplicarse. Porque al final del día, si buscamos una sociedad que funcione de manera justa y equitativa, todos deberíamos jugar con las mismas reglas. Y sí, eso incluye a los que nos ponen las multas. Porque, después de todo, un buen ejemplo empieza por las pequeñas acciones, como dónde y cómo aparcamos nuestros coches.

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