Opinión

El cáncer de mama es de todo menos rosa

No soy una guerrera porque ¿cómo se puede ser guerrera cuando tu cuerpo es el propio campo de batalla?

Los 19 de octubre son días que me invitan a la reflexión sobre las frases hechas, la importancia del lenguaje y la relatividad de los colores. 

Octubre no es rosa, porque el cáncer de mama es de todo menos de color de rosa. El rosa se asocia a lo femenino, pero también a lo fácil, de ahí la expresión 'de color de rosa' que imprime una sensación de que todo va a salir bien antes de que suceda. Y es que el color del cáncer de mama no era rosa. El lazo rosa contra el cáncer de mama era en realidad de color melocotón, pero llegó el marketing y lo edulcoró.

La asociación Teta&Teta ha lanzado un vídeo en el que un grupo de mujeres narra la verdadera historia del icónico lazo y explica el origen del término 'pinkwashing', que se utiliza para denominar el 'lavado de cara' del que algunas empresas se lucran para vender sus productos.

La asociación Teta&Teta, a través de una nota de prensa, explica que “el pinkwashing romantiza la enfermedad, oculta su gravedad, infantiliza a las pacientes y desvía la atención de lo importante: no hay suficientes avances en la investigación, el tratamiento, la prevención, la supervivencia y las desigualdades que provoca”. Una estrategia comercial que infantiliza la patología con un enfoque que para mí no es el correcto, como no lo son los términos que se utilizan para homenajear a las enfermas, porque son (o fuimos) enfermas de cáncer de mama, del tipo: valientes, luchadoras o guerreras. ¿Cómo se puede ser guerrera cuando tu cuerpo es el propio campo de batalla? Entiendo que son expresiones, como aquella de "tú puedes", que se usan para dar ánimos y porque no se sabe qué decir, pero los enfermos de cáncer no son (o somos) valientes, son resilientes; no son guerreros, son enfermos y tienen derecho a hundirse, deprimirse, gritar, o llorar sin que nadie cargue 'con la carga de la prueba a la víctima' (utilizando el argot legal) de pensar que por tener miedo, por no ser valientes, no se van a curar.

Un enfermo de cáncer, el de mama también, cumple órdenes, las de su oncólogo. Pasa por el quirófano, por la quimioterapia y/o la radioterapia no porque sea valiente, sino porque quiere curarse y encontrar un hombro en el que llorar durante el proceso, sin tener que avergonzarse de ello. Así que, desde mi humilde opinión, cuando un ser querido sea diagnosticado de cáncer, de mama o no, no le diga "venga, valiente, que tú puedes", ofrézcale su hombro para llorar y su tiempo para que encuentre consuelo, porque el cáncer no es ni rosa, ni azul. El cáncer es 'un marrón'.