Opinión

Cuando el Passió gana a la tradición

Las tradiciones y las festividades, que una vez marcaron el ritmo de la vida, están siendo reemplazadas por preocupaciones más modernas, como si habrá o no temporal para coger el barco en el puente

Cuando el Passió gana a la tradición

Durante siglos, la vida cotidiana ha estado marcada por un calendario festivo que combina devoción, folclore, cultura e historia. La tradición, entendida como la enseñanza transmitida de generación en generación, es sin duda la herencia del pueblo que nos informa de sus vivencias. 

A lo largo de los años, la vida se ha regido de Pascuas a Ramos, con eventos como San Antonio, la Feria, la Purísima y la Navidad en medio, que funcionaban como las estaciones del año, marcando etapas en el año, al igual que el curso escolar.

Sin embargo, las tradiciones y la vocación, ya sea por ir al campo con la mochila -evitando que no se la coma ni el gallo ni la gallina- o por conseguir un panecillo de la suerte en la ermita -que debe guardarse un año entero hasta la noche de San Juan, cuando se tira al agua para alimentar a los peces-, cada año atraen a menos ceutíes que prestan más atención al parte meteorológico -para comprobar que no hay temporal- que a la despensa, para verificar si hay castañas y nueces.

Un claro ejemplo de esto son los carnavales que, a pesar del "éxito" señalado por la Consejería de Cultura, cada edición cuenta con una participación decreciente. El COAC ha dejado de ser una 'batalla' de coplas entre agrupaciones, ya que cada año son menos las que se suben a las tablas del Revellín -¿dónde han quedado aquellos concursos que acababan con chocolate con churros?- y, al igual que la cabalgata, sobreviven gracias a los 'cuatro majaras' y unos cuantos 'jartibles'. El próximo certamen podría contar con una chirigota llamada 'los cuatro gatos'.

Muestra de que el carnaval pierde frente a pasar unos días en la península está en el propio calendario escolar que dejó a Ceuta casi vacía desde el miércoles de Ceniza hasta el domingo por la noche.

Y cuando Don Carnal da paso a Doña Cuaresma, ya se huele a Semana Santa, a torrijas, pero también a “tras el Encuentro, pico billete” y Ceuta se queda para aquellos a los que no les queda otra opción que quedarse y las hermandades no encuentran costaleros y los Titulares se recogen en la más absoluta soledad. Es entonces cuando el barco de Baleària gana la partida a las tradiciones y a la vocación.

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