Opinión

La jugada de Ferraz nos devuelve el aliento

La elección de Salvadora Mateos, Ory, como Delegada del Gobierno en Ceuta es una señal, para mí, evidente que Ferraz desconfía de Manolo Hernández.

Manuel-Hernández
photo_camera Manuel Hernández, durante el anuncio del nombramiento de la nueva delegada del Gobierno (C.A.)

Ya lo dije cuando me preguntaron desde un medio local. Manolo no sería nombrado como delegado a pesar que él mismo se puso en una lista y a pesar de haber estado intentándolo hasta el último minuto. Quiso acaparar el edificio de la Plaza de los Reyes como trampolín a la Presidencia de la Ciudad y, "por lo pronto", se tiene que conformar con Daoiz. Manolo ha jugado al desconcierto y ha terminado sentenciado a los ojos de muchas personas.
En otros territorios ya se habían hecho eco de los nombres, la misma Gloria Rojas de Melilla ha puesto a su número dos y se descartó desde el primer momento, pero en Ceuta no. En Ceuta el secretario general no ha tenido ningún margen de gestión.

¿Por qué? Porque Manolo ha jugado con fuego.

Manolo, insisto, ha vendido el partido a Trace. Manolo ha hecho y deshecho a su antojo, sin ningún miramiento ni escrúpulo. Sé que mi nombre ha sido usado desde arriba y desde abajo como excusa a su nombramiento, y no me importa si eso ha significado estar en la posición que siempre he estado, en la de la verdad.

Odiada por muchas personas, querida por otras tantas, pero enormemente orgullosa de haber sido la primera que públicamente criticó una práctica nada ética para un partido que se merece todo lo mejor.

Me alegro por Ory y así se lo hice personalmente saber. Y me alegro porque esta es la evidencia del partido, dentro de él, y desde el respeto, pueden existir posturas y posiciones distintas pero todas legítimas y con un objetivo común. Me alegro que una mujer esté al cargo de un puesto de tal envergadura y sé que, aunque tiene un gran reto por delante, va a gestionar los asuntos que afectan a la ciudadanía de la mejor de las maneras. Madurez, experiencia, realismo y capacidad de escucha. Pero de lo que más me alegro es que por fin, y a paso lento, las cosas se van a ir poniendo en su sitio.

Hoy Manolo Hernández está un poco más lejos de la meta y, por tanto, el PSOE mucho más cerca del lugar donde nunca se tuvo que ir, el de la fraternidad y el compañerismo.