Sin alternativa de transporte público ante la llegada de la ZBE

Ceuta se enfrenta a un reto ambiental y social: cumplir con la normativa sobre las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) antes de que acabe el año. Sin embargo, la ciudad sigue anclada en un sistema de transporte público obsoleto e insuficiente que no ofrece alternativas sostenibles a los ciudadanos

Calle Real

Pronto hará un año de la aprobación de la normativa sobre las Zonas de Bajas Emisiones recogida al amparo del Real Decreto 1052/2022, de 27 de diciembre, por el que se regulan las zonas de bajas emisiones. Esta normativa tiene como objetivo mejorar la calidad del aire y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, algo que en Ceuta se hace más necesario que nunca debido a la ordenación del sistema de autobuses del siglo pasado y sin una sola alternativa de transporte sostenible, véanse carriles bicimoto o un sistema de alquiler análogo al de otras urbes.

Muestra más de la parálisis institucional que sufre la ciudad, el pasado 22 de agosto expiraba la fecha límite para la delimitación de la ZBE, la que debe presentarse a contrarreloj antes de la llegada del nuevo año. Mientras otros municipios han cumplido con la norma y han planificado una solución de transporte público o sostenible, los ceutíes una vez más quedamos atrás. 

Si bien se han hecho propuestas en relación con el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS), a día de hoy nada puede comprobarse en las calles. Además, la apuesta por la flota eléctrica es insuficiente para promover el uso del transporte público de los ciudadanos. Para que el usuario se plantee aparcar el vehículo privado hay que invertir en mejorar las frecuencias y los recorridos de los autocares. Si nos asomamos al mapa de las líneas de la ciudad, podemos observar un plan pensado para una Ceuta que ya no existe. Por poner un ejemplo, la línea 10, con 21.747 habitantes como potenciales usuarios, tiene una frecuencia en día laborable de una hora. Por otro lado, todas las líneas tienen como origen y fin el Mercado Central, sin una circular que permita a un vecino de la Marina acudir al Mercado de Hadú o al del Mixto en un solo trayecto. 

Mientras en nuestra ciudad quien quiera dejar de lado su coche particular para ir desde la UNED hasta Villajovita necesita de más de una hora con una frecuencia horaria de autobuses para recorrer unos pocos kilómetros, en Granada en la mitad del tiempo la línea 4 conecta en 40 minutos el doble de espacio con una frecuencia de diez minutos. Incluso con una mirada benevolente parece que en estos veinte años de gobierno de los populares la apuesta sigue siendo fomentar el uso del vehículo privado, alineándose con el ala menos ecologista de su partido, representada por las políticas de Ayuso y el alcalde de Madrid, Almeida. 

A la espera de que las campanadas traigan tardías pero buenas noticias, es importante recordar como un buen sistema de transporte público es un eje vertebrador socioeconómico para nuestra autonomía. Que el 2024 nos traiga un modelo que apueste por el bienestar, la conectividad de nuestros barrios y la salud o que venga con un plan de mínimos para cumplir la ley depende de la voluntad política de nuestros representantes.