ZP

«Aprovechando la visita del expresidente Rodríguez Zapatero, parece buen momento para recordar algunos de los hitos de su carrera política».
Rodríguez Zapatero
photo_camera El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero

Aprovechando la visita del expresidente Rodríguez Zapatero, parece buen momento para recordar algunos de los hitos de su carrera política, sobre todo después de haber oído, respecto de ZP, al secretario general de los socialistas de Ceuta, a quien Zapatero viene a apoyar en su apuesta por ser el próximo presidente de Ceuta.

Atónitos dejó a muchos líderes no sólo españoles, sino también europeos, cuando mostró un absoluto desprecio por la bandera de los Estados Unidos, confundiendo algo que es de todos los americanos, con las políticas concretas del gobierno de turno. Estados Unidos no olvidó esa afrenta durante muchos años y, ese turbio gesto, condenó a la frialdad las relaciones entre España y Estados Unidos, con los consiguientes perjuicios para España y los españoles. Una posición ideológica anclada en harapos de la historia, marcó por mucho tiempo nuestra política exterior. Una política exterior que mantiene desde su estatus de expresidente, fomentando alianzas y coberturas a países que desprecian a España y a la democracia, como la Venezuela de Maduro.

Otro de sus grandes “logros” fue colocar en el gobierno a personajes de dudoso compromiso con España, como el caso de su amiga y colaboradora María Antonia Trujillo, aquella ministra de vivienda que quería meternos a todos los españoles en casas de menos de cuarenta metros cuadrados, las denominadas soluciones habitacionales que, hombre, no serán La Moncloa, pero no están tan mal. Ambos, ZP y Trujillo, lobistas de terceros, coincidieron en un acto fuera de España organizado por el hombre de la ceja y fue allí, en ese contexto, en el que la “Mariantonia” soltó aquello que Ceuta y Melilla mejor para Marruecos. Luego dijo sentirse perseguida por ejercer la libertad de expresión. Libre es, desde luego, pero deberían retirarle el título de ministra, como se le quitan nombres de calles, placas o estatuas a quienes ofendieron gravemente la dignidad de nuestro país. Aunque tampoco es de extrañar el silencio de ZP ante tamaña traición, porque a ningún ceutí se le borra de su retina aquel gesto de beberse un vaso de agua como única respuesta, cuando el primer ministro del país vecino acababa de reivindicar en una reunión bilateral la anexión de Ceuta y de Melilla.

Pero no puedo en este breve y nada conciso recuento de torpezas, olvidar aquella sistemática negación de la crisis financiera e inmobiliaria que azotó al mundo tras la caída de uno de los grandes bancos americanos. No sólo no reconoció que España era tremendamente vulnerable a aquel enorme impacto, porque sería tanto como reconocer que la feria del gasto sin control que él promovió y que hizo salir corriendo a Solbes, hizo que España entera temblase. Su solución final fue atacar a la clase media y a los pensionistas del modo más violento de la historia moderna de España. A los funcionarios públicos les bajó sus retribuciones una media de un 5%, congelando incluso sus pagas extraordinarias. A los pensionistas les aplicó la mayor pérdida de poder adquisitivo de todo el período democrático. Su fiesta la pagaron los de siempre: los que no pueden defenderse.

Y para ir terminando, algún pequeño detalle no menor: No fue, como ha dicho el señor Gutiérrez, el primer presidente de gobierno que vino a Ceuta, porque bastante años antes, también un presidente del gobierno de España visitó nuestra ciudad e inauguró la Casa del Mar: el siempre añorado Adolfo Suárez.

No todo empezó con los socialistas y, afortunadamente, tampoco todo terminará, aunque si hubiera más de un ZP, cualquiera sabe.

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