Opinión

La frontera a día de hoy

"Ya les digo yo que todo sería mucho más fácil si la buena voluntad fluyera con mejores intenciones en ambos sentidos, a corto y a largo plazo"
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Para lo bueno y para lo malo, tenemos una frontera al sur de nuestra ciudad, al sur de España, al sur de Europa, la misma que está dando tanto y tanto que hablar por el deficiente papel que desempeña actualmente.

Se apunta a dos causas: la primera y parece ser la principal, es la nula voluntad que el Rey de Marruecos tiene en normalizar plenamente las relaciones con España, mientras que la segunda, algo inverosímil, es la incapacidad, tozudez y falta de sensibilidad y de altura de miras de algunos políticos y funcionarios que asumieron la responsabilidad de ponerla en marcha con normalidad y no lo han conseguido.

En anteriores opiniones en relación a este paso fronterizo entre España y Marruecos de personas, bienes y cosas, mantuve que era preciso contemplar la necesidad de compatibilizar aspectos de la vida diaria -de naturaleza contable, tangible- con las que son de naturaleza social y afectiva existentes entre ambas sociedades y que, desde mi punto de vista son, si cabe, las más importantes.

Precisamente fui activamente crítico con lo que se dio en llamar ‘’comercio atípico” por aberrante e inhumano, por eso, deseé siempre con todo mi ser, una oportunidad que acabara con aquella injusticia mantenida durante mucho tiempo.

A día de hoy, fecha en la que sale esta publicación, dicho comercio ha desaparecido, sí, pero la situación no ha mejorado, de tal manera que las sensaciones que los ciudadanos de ambos países tienen cuando llegan a la frontera es que el mundo se detiene; se para. Lo abstracto toma el mando dando paso a un espacio de tiempo que se podría situar perfectamente en el pasado o en países del tercer mundo.

Resulta increíble que dos países condenados a entenderse, que luchan por lograr un mejor lugar en el ‘ranking’ de esa sociedad civilizada, algo abstracta y utópica, muestra de garantía de derechos civiles al que todo el mundo aspira pertenecer, se comporten de manera tan poco razonable.

Lo que debería ser una competición entre ambos para lograr ser ejemplo el uno del otro en el terreno del bienestar y las relaciones personales entre los dos países es, por el contrario, muestra de atonía y una gran torpeza. Competir sería lo lógico, lo inteligente.

Demoras injustificadas y exhaustivos controles hacen desistir incluso a los más pacientes. Hay quienes no se pueden permitir que le roben tanto tiempo, aunque se mueran de ganas por visitar a familiares y amigos o, simplemente, pasar un día de compras. No están dispuestos a pagar ese precio, el tiempo es oro.

Y la impotencia sigue siendo el estado de opinión generalizada. La situación en la frontera sigue empantanada y ni atisbo de mejorar por las causas mencionadas. Es entendible que, después de los hechos acontecidos el pasado 17 de mayo del 2021, junto al permanente e indeseable fenómeno de la inmigración ilegal que, dicho sea de paso, es por la ausencia de leyes eficaces en Europa que impidan la evolución de este fantasmagórico fenómeno; las cosas hubiesen ido lentas, pero… ¿hasta este punto?

Ya les digo yo que todo sería mucho más fácil si la buena voluntad fluyera con mejores intenciones en ambos sentidos, a corto y a largo plazo.