La apertura de la frontera olvida a los polígonos, que mueren en el intento

Su futuro se debate entre la venta de locales y las voces que apuntan a una expropiación de ‘Tarajal 1’ y el 2, como zonas que permitirán implementar los resortes que facilitarán la creación de la aduana comercial.

polígonos

Calles desiertas, paléts abandonados, embalajes marchitos. Solo un puñado de locales siguen abiertos, poco más de una veintena de las cerca de 500 naves de los polígonos del Tarajal. Hace ya dos años y medio que llegó esa muerte anunciada, pero que todos se resistían a aceptar.

El caos de porteadores, fardos y mercancías desparramadas por el suelo, era una imagen que en los últimos años se disipaba entre la retina de los transeúntes. Hoy, todo ello se porta como un escenario postapocalíptico que ha dejado al que fue considerado como el pulmón económico agonizando entre el olvido de los representantes públicos, y el intento de los que todavía poseen allí propiedades de intentar sacarle algún partido. O bien vía arrendamiento, o desprendiéndose por completo de esos últimos resquicios. Ahora como naves con la persiana abajo, a la espera de que alguien quiera darles algún uso.

Los empresarios y comerciantes que aún sobreviven se sienten olvidados. Ahogados por un cierre fronterizo que para ellos ya se ha confirmado en perpetuo, y la desesperanza de que no existan ni se barajen proyectos de futuro para una zona vaticinada a desaparecer.

Quedaba la esperanza de que la reactivación del Tarajal inyectará vida de nuevo. El porteo murió y nunca volverá. Pero el escenario fronterizo previsto ya se anunció hace meses que sería muy diferente respecto al hasta ahora conocido. A todo ello se le suman voces en las últimas semanas que apuntan a una posible expropiación de las naves situadas en el Tarajal 1 y el Tarajal 2 ante la necesidad que surge con el planteamiento del nuevo modelo de frontera y la implantación de la aduana comercial, ya que estas zonas, al ser las más próximas al paso, permitirían, entre otros, aumentar el número de carriles. Sin embargo, eso, todavía está por ver.

De momento, sus propietarios, y los que todavía siguen activos se afanan por darle una vuelta de tuerca a sus negocios y aseguran que se están “reconvirtiendo” y, sobre todo, “adaptando”. Los que en estos dos años han apostado por continuar su actividad comercial en Ceuta, han encontrado nichos de negocio, y aseguran que “van muy bien”, en la instalación de talleres de vehículos, tapicerías, tiendas de neumáticos, menaje, textil… Hay actividad, apuntan, “y no es la de antes”. Una actividad que, en el caso de la ejercida en el Tarajal 1, se ha trasladado en el último año hasta Alborán que, junto con Chimenea, concentran casi el 90% de la desempeñada en todo el recinto.

Aunque tan solo un tercio de las naves permanecen a pleno rendimiento, según los propietarios, en los últimos meses han proliferado los traslados de empresarios que ejercían su actividad en el Puerto donde, señalan, se han disparados los precios de los alquileres de las concesionarias. En el Tarajal han encontrado espacios adaptados y con arrendamientos a la mitad. Apuntan que en la zona norte de la ciudad al mes tienen que abonar alrededor de 8.000 euros, mientras que en los polígonos una nave de 300 metros cuadrados se queda en cerca de 1.500 mensuales. Alquilar o vender ha sido la solución para gran parte de los propietarios del Tarajal, donde el precio mínimo de venta, y sin opción a negociar, se ha establecido en 1.000 euros el metro cuadrado.