Silencios y ruidos en torno a las aduanas comerciales

El futuro de las aduanas comerciales continúa sin resolverse. El silencio del Gobierno y el ruido generado por las fuerzas de la oposición y la agitación de las redes sociales dificultan un debate sosegado sobre la cuestión.

Prueba de la futura aduana comercial de Ceuta desarrollada el pasado 26 de  mayo (DELEGACIÓN DEL GOBIERNO)
photo_camera Prueba de la futura aduana comercial de Ceuta desarrollada el pasado 26 de mayo (DELEGACIÓN DEL GOBIERNO)

El debate sobre la apertura de las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla no versa solo sobre las relaciones bilaterales entre España y Marruecos. La deriva que las nuevas estrategias de los partidos han imprimido a la vida política española, apoyada en el papel protagonista asumido por la opinión anónima vertida en las redes sociales, ha acabado difuminando los contornos de una controversia cuyo tratamiento merecía mejor suerte. La pregunta fundamental de «¿Por qué no se abren las aduanas comerciales?» ni se responde ni se plantea con la pretensión de que sea respondida. Una cuestión decisiva para el futuro económico de las dos ciudades autónomas queda emboscado  en un cúmulo de reproches e invectivas cruzadas entre quienes ocupan uno y otro lado del escenario público.

Al cabo, la apertura de las aduanas no es sino un afluente del gran caudal que representan las relaciones entre España y Marruecos, más presentes que nunca en las disputas partidistas. Un filón con beneficio electoral al fondo que los interesados no van a dejar de explotar. Ceuta y Melilla, tan habitualmente olvidadas en el debate público nacional, ocupan, de repente, un lugar de relumbrón.

El clima de campaña electoral que se cierne desde hace meses sobre el país parece impedir un debate sosegado sobre las relaciones hispano-marroquíes, en general, y las prometidas aduanas comerciales, en particular. Los medios de comunicación tampoco ayudan a despejar el panorama. La noticia de que Google utiliza en sus mapas una línea discontinua para separar Ceuta y Melilla de Marruecos mereció un significativo titular en las páginas del diario «La Razón»: «La "última victoria" de Marruecos sobre Sánchez: Google no reconoce la españolidad de Ceuta y Melilla».

 

Aduanas sin fecha

Desde que el Ministerio de Asuntos Exteriores español formulara a finales del pasado año el anuncio de que las aduanas comerciales abrirían en enero, Madrid y Rabat han mantenido un pulso que, de momento, se salda sin noticias sobre la fecha en que las mercancías transitarán desde uno al otro lado de las fronteras de las dos ciudades autónomas. El silencio del Gobierno central, subrayado por el ruido de las fuerzas de la oposición y del fantasmal ejército de opinadores de las redes sociales, ha impedido, salvo honrosas excepciones, una reflexión calmada sobre el asunto.

Madrid sigue insistiendo en que existe un calendario para la apertura de las aduanas, pese a que el Gobierno no ha hecho nunca público el documento. Mientras el Gobierno intenta salvar el tipo frente a las informaciones que cuestionan la voluntad de Marruecos de colaborar en la apertura de las aduanas –el diario «El País» publicaba este mes unas cartas reveladoras de las reticencias de Rabat-, los contratiempos, reales o inventados, no dejan de sucederse.

Por ceñir el relato a las últimas semanas, a finales del mes pasado, Marruecos presentaba una queja formal ante Bruselas por las declaraciones del vicepresidente de la Comisión Europea responsable de inmigración, Margaritis Schinas, quien defendió  que las ciudades autónomas son frontera de España y de la Unión Europea. En su escrito, Rabat se refería a Ceuta y Melilla como «ciudades marroquíes», una presunción que provocó, a su vez, el reproche oficial del Gobierno español.

Episodios similares ya se habían dado en el pasado reciente. El presidente de la Cámara de Consejeros del Parlamento marroquí, Enaam Mayara, habló en abril de Ceuta y Melilla como «ciudades colonizadas» y propuso abrir una negociación con España para su «recuperación».

Todos estos incidentes alimentan la hojarasca que cubre el estado real del acuerdo que Rabat y Madrid alcanzaron el pasado febrero para la apertura de las aduanas comerciales. La obsesión por generar ruido llegó esta semana a la astracanada cuando varios diarios convirtieron en noticia que el mapa de España ante el cual el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, habló durante el acto de presentación de la Presidencia española de la Unión Europea excluía Ceuta y Melilla. Lo cierto es que sí estaban, lo que no persuadió a los críticos de mantener su censura a Sánchez, en este caso por el tamaño en el que aparecían reproducidas.

 

Pruebas y ruido

Prácticamente solo los agentes sociales de las dos ciudades y algunos especialistas del ámbito académico y periodístico se han acercado a la cuestión de las aduanas con planteamientos productivos. Los empresarios han advertido de los daños para la economía de las ciudades autónomas que ocasionaría abortar el proyecto de las aduanas. También ha sido la patronal, con especial vehemencia la melillense, la que ha mostrado su sorpresa ante la necesidad de someter a prueba el funcionamiento de las aduanas, sobre todo si se considera que la de Melilla, hasta su cierre en 2018, había permanecido abierta durante décadas. España y Marruecos continúan haciendo este tipo de pruebas con arreglo a ese calendario que nadie conoce aún.

Sea como fuere, hasta las elecciones generales del 23 de julio, el PSOE habrá de capear el vendaval de la crítica fundada en su incapacidad para explicar con mayor precisión cuáles son los pasos que se están siguiendo para abrir las aduanas y cuándo finalizará el proceso. Mientras, el PP no dejará de agitar, con el respaldo voluntarioso de la extrema derecha de Vox, los recelos que no acaban de extinguirse entre España y Marruecos.  Un combate entre socialistas y populares que amortiguará su intensidad, previsiblemente, una vez que se configure el nuevo Gobierno de España.

El periodista Ignacio Cembrero iluminaba el futuro con una reflexión que compartía con sus colegas ceutíes en el Campus Universitario a comienzos de mes: «Tiendo a pensar, aunque esto es una especulación, que un Núñez Feijóo presidente del Gobierno, sin experiencia internacional y por primera vez en Moncloa, no querrá bajo ningún concepto tener un conflicto, un lío, con su vecino más inmediato, por eso sospecho que muy probablemente mantendrá respecto a Marruecos la misma postura que el actual Gobierno».

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