Ceuta y la "amenaza híbrida"

El concepto de "amenaza híbrida" vinculado a Ceuta en el contexto de las relaciones hispano-marroquíes ha comenzado a hacerse familiar para los ceutíes tras la crisis desatada por Rabat el pasado 17 de mayo.

Frontera y playa de El Tarajal (C.A.)
photo_camera Frontera y playa de El Tarajal (C.A.)

El conflicto diplomático abierto entre España y Marruecos ha colocado a Ceuta en una situación incómoda. Los ceutíes han tomado conciencia, quizás como nunca antes, de que se encuentran en el centro del juego geopolítico de dos vecinos con una relación convulsa.

El secretario del Consejo de Seguridad Nacional, Iván Redondo, anunciaba esta semana en el Congreso la intención del Gobierno de incluir un plan global para Ceuta y Melilla en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional. Redondo recurrió a un término que ya ha sonado en las últimas fechas vinculado a Ceuta: el de las “amenazas híbridas”.

El concepto de la “amenaza híbrida” se inserta en un nuevo escenario que, más allá de los tradicionales conflictos abiertos entre países, dibuja un juego de fuerzas soterrado que busca perturbar los valores, la estructura social y la confianza de la población del país amenazado. En un mundo tecnologizado, modificar opiniones, manipular emociones, fomentar creencias y abrir nuevas expectativas resulta más fácil que en ninguna otra época de la historia. La influencia sobre la economía y la estabilidad social y la promoción de una percepción de riesgo inminente son las armas con las que se disputan estas nuevas batallas.

“Guerra híbrida” fue el término con el que los participantes en un seminario organizado esta semana por el Instituto de Seguridad y Cultura se refirieron a las tácticas que Marruecos estaría empleado contra España en un intento por compensar sus fracasos en política interior con acciones de política exterior. El catedrático de Ciencia Política de la Universidad Pablo de Olavide, Manuel Torres, aseguró que Marruecos perseguía “un tipo de conflicto de baja intensidad” con España que, según previó, se prolongará “durante mucho tiempo”.

Aunque la idea de “amenaza híbrida” suele aparecer en los medios de comunicación referida con mayor frecuencia a ciberataques o manipulación de la información a través de internet y de redes sociales, las acciones sobre el terreno orientadas a la desestabilización económica y la agitación social también forman parte del concepto.

 

El juego de la frontera

Desde que a finales de 2019, Marruecos decidiera de forma unilateral cerrar la frontera al paso de mercancías procedentes de Ceuta, el modelo económico de la ciudad quedó seriamente comprometido. La suspensión repentina de estos tráficos comerciales tolerados pero dudosamente legales sorprendió a las autoridades locales y centrales españolas sin capacidad de reacción.

La posibilidad de alcanzar algún tipo de acuerdo con el país vecino para garantizar, aunque bajo otro modelo, las transacciones a través de la frontera se congeló con la crisis sanitaria y parece haber quedado descartada tras los sucesos del 17 de mayo. La idea de que Rabat aprovechará ahora la debilidad de la economía ceutí para ganar posiciones en las relaciones con España y su reivindicación sobre la soberanía de las dos ciudades autónomas gana enteros.

Lo más inmediato, sin embargo, es valorar cómo puede Marruecos seguir utilizando el arma de los flujos migratorios contra España. La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich, advertía este jueves que su país “toma nota” y “actuará en consecuencia” ante las declaraciones de la ministra de Asuntos Exteriores española, Arancha González Laya. Lo curioso es que las últimas manifestaciones de la ministra han estado lejos de poder ser consideradas como provocadoras. Antes al contrario, González Laya ha insistido en la necesidad de recomponer las relaciones entre los dos estados. Interpretar a Benyaich resulta, en estos momentos, muy difícil.

Con todo, la estrategia del Gobierno marroquí puede traer consigo indeseados efectos en la política interior del país vecino. El malestar de la población residente en el área de influencia de Ceuta, agotada por la falta de perspectivas vitales y la precaria situación económica a la que se enfrenta, no se ha visto paliado, precisamente, tras la crisis humanitaria de mayo. La idea de que su Gobierno ha jugado con la seguridad y las vidas de sus propios compatriotas, reforzada por las imágenes de la playa de El Tarajal difundidas a todos los puntos del planeta, se ha consolidado.

 

Ceuta y Melilla, desde “la perspectiva de lo híbrido”

El profesor de Ciencia Política de la Universidad de Granada, Javier Jordán, es autor de un extenso artículo publicado en la revista “Global strategy” en el que defiende que las actuaciones impulsadas por Rabat en los últimos años que implican a Ceuta y Melilla pueden interpretarse “desde la perspectiva de lo híbrido”.

Jordán menciona la condena a la visita de los reyes de España a Ceuta en 2007, la emisión en 2010 de pasaportes marroquíes de personas nacidas en la ciudad que atribuían a Marruecos la soberanía sobre Ceuta y Melilla, el cierre unilateral de la frontera comercial con Melilla, la prohibición impuesta a los funcionarios marroquíes de entrar en las dos ciudades autónomas y el boicot a la frontera que, antes de su cierre por la pandemia, Ceuta venía sufriendo desde hacía años.

El profesor de la Universidad de Granada cita expresamente el incremento de los flujos migratorios registrado durante la última década y la oportunidad que esto ha brindado a las pretensiones de las autoridades marroquíes. “El despliegue fronterizo incentivado económicamente por la Unión Europea para controlar el flujo migratorio le dota de una herramienta para ejercer presión por esa vía”, considera Jordán, quien señala cómo la presencia reiterada en los medios de comunicación de las vallas de Ceuta y Melilla como escenario de los flujos migratorios genera una “visión problematizada” de las dos ciudades ante el resto de los españoles.