El 2022 está siendo un año dramático para España por culpa de los incendios forestales. La Comunidad Valenciana ha visto cómo en una semana ha ardido la misma masa forestal que en los últimos 9 años. En Ceuta, en cambio, la situación es muy diferente a la del resto del país. Con un verano de levante, la superficie forestal de la ciudad sólo ha sufrido un incendio. Fue el pasado 28 de junio, en el Hacho.
Para Miguel Ángel Ríos, jefe del SEIS la explicación radica en los vientos de levante, dominantes durante casi todo el periodo estival. El aporte de humedad es fundamental para que un fuego avance. Casi dos meses después, y con varias olas de calor a cuestas, no se ha producido ningún fuego y la masa forestal del monte se recupera "de una forma que no deja de sorprenderme" de los incendios del pasado.
Durante la campaña de verano, el retén en el monte lo compone una dotación reducida de bomberos, compuesta por tres unidades. Durante una mañana, hemos formado parte de ese retén para comprobar en que consiste esa labor de vigilancia y observación. En las labores de observación también interviene Obimasa, con un puesto de vigilancia en el Mirador de Isabel II.
Para el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS), los forestales representan una de las labores más arriesgadas porque el fuego es un ente vivo que "parece que se anticipa a las labores de extinción" afirma Miguel Ángel Ríos, jefe del servicio. Por eso los bomberos tienen que pensar y actuar más rápido que el fuego.
Disponer de los medios necesarios es fundamental como conocer el terreno, el comportamiento del viento en la zona donde se ha de actuar, a los miembros del equipo, y sobre todo, al enemigo. Durante los últimos años, la Ciudad, a través de Acemsa, ha llevado a cabo una gran inversión en la instalación en García Aldave de hidrantes (tomas de agua diseñadas para proporcionar un caudal considerable en caso de incendio que se accionan a demanda).
Con esta instalación, los camiones ya no han de bajar a la desaladora, por ejemplo, a recargar sus depósitos de agua. Una labor en la que cada camión podía perder una media hora, un tiempo precioso que las llamas no perdonan. "Luchar contra un mar de llamas. Se nos hacía difícil pensar que íbamos a ser capaces de extinguirlo por la rapidez que consiguió". Así recuerda Ríos Padial el incendio de 2018, y la labor de anticipación y observación es fundamental para que esas imágenes no se vuelvan a repetir.
