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A la Delegación del Gobierno y a la Ciudad

La incompetencia y la falta de implicación de la Delegación del Gobierno y la Ciudad en la problemática de los menores que deambulan por el puerto termina propiciando una desgracia. 

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photo_camera Menores en el puerto (C.A.)

En lo relacionado con inmigrantes y los menores que deambulan por el puerto y resto de la ciudad, Delegación del Gobierno y Ciudad Autónoma se mueven al pairo de la presión ciudadana. Entre el “no sabemos qué hacer” y el “no se puede hacer más”, terminan aceptando como inevitable su presencia. Sólo cuando la opinión de los ceutíes empieza a ser un clamor, se muestran efectivos. Hoy pueden pasearse por la zona portuaria para comprobar hasta qué punto pueden serlo: no verán ni un menor ni un indocumentado.

Lamentamos enormemente la desgracia del menor atropellado, pero cuántas veces los hemos visto trepar por rejas o muros, encaramarse y circular por los techos de las gasolineras o instalaciones portuarias o gatear debajo de camiones, parados o no, buscando un lugar para esconderse. Cuántas jugar –porque parecía un juego- al gato y al ratón con policías que corrían tras ellos con la finalidad de entregarlos a quienes, dadas las circunstancias, tienen la obligación de hacerse cargo de ellos.

La presencia de estos menores en la zona portuaria no es simplemente una molestia para los ciudadanos, es una situación enormemente peligrosa para ellos mismos. Por eso se debe impedir por todos los medios.

Y lo que debe preocupar a las autoridades responsables es solucionar la situación, no la opinión que genere.

Delegación del Gobierno y Ciudad Autónoma se han desentendido de la situación o se han visto superados por ella y han incurrido en una grave irresponsabilidad con el trágico suceso acaecido en la tarde de ayer. Los primeros porque la muerte del menor se produjo, recordémoslo, en una zona portuaria de acceso restringido en la que a cualquiera de nosotros se nos impediría la estancia. Y la Ciudad porque su obligación de tutelar a los menores que están de forma irregular en nuestra ciudad no se extiende precisamente a aquellos que más lo necesitan, los que la rechazan porque no les interesa.

Las escolleras, barracones del Sardinero y otras zonas de “refugio” deben dejar de serlo por seguridad de los propios menores y por la dignidad de nuestra ciudad.

Delegación del Gobierno y Ciudad NO CONTROLAN nuestro ámbito territorial y lo que en él sucede. Son INCAPACES de ejercer con efectividad sus competencias entre las que prioritariamente se encuentran preservar y proteger la integridad de estas personas. No sólo es la inseguridad ciudadana o los temores que haya podido suscitar la presencia de numerosos menores abandonados, es el problema de un Puerto convertido en refugio de personas en situación de desamparo. Este DESCONTROL y, por tanto, la ausencia de políticas efectivas, convierten en inevitables sucesos como el de ayer. Y bien que lo lamentamos.

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