Los hermanos Blanco, 43 años entre fogones

De un bazar, de capa caída, nació un restaurante: La Barraca de la Almadraba. Hoy, cientos de anécdotas y miles de comensales después, los hermanos Blanco hacen balance entre risas y añoranzas que lo vivido en aquella 'barraquita' y todo lo que ha dado de sí

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De la necesidad nace el ingenio y cuando, hace más de 40 años, el negocio de los bazares comenzó a no ser negocio, los hermanos Blanco Batista, Quino y Tete, decidieron que era el momento de dar un giro al modelo empresarial de la familia. De un bazar de textiles a los fogones. No sin mucho trabajo y esfuerzo, consiguieron que aquel saltó al vacío diera sus frutos. Cientos de anécdotas, comensales ilustres entre tapas, guisos y cañas. Una historia de más de cuatro décadas.

Quino y Tete
Tete y Quino Blanco

“No teníamos ni idea del negocio de la restauración” señala Tete, “recuerdo que la máquina del café. por donde tenía que echar vapor. echaba leche” comenta Tete. esbozando una gran sonrisa al rememorar los recuerdos de aquellos inicios complicados. pero añorables y que ha convertido a la 'marca' de los hermanos Blanco en uno de los buques insignia de la restauración en Ceuta.

La Barraca

“Al principio fue un desastre pero fuimos aprendiendo” pero no lo hicieron solos. Quino y Tete contaban con la gran mano con la cocina de su madre. “Ella era la que se encargaba de los platos principales”, unos guisos como la carne mechada y la de jabalí que atraía a comensales de la península, pero no sólo de carne vivió La Barraca de la Almadraba. Al lado de la frontera tenía “los mejores marisquitos y pescados”.

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Pasado un tiempo, a aquella barraca de paja y adobe hubo que darle “un cambio” y que aquellos muros, de casi un metro de grosor, pudieran albergar a todo tipo de comensales, algunos de ellos muy ilustres, como Clemente Domínguez, el papa del Palmar, y su séquito, que estuvo en dos ocasiones en La Barraca. Una noche de viento, en la que no había entrado en el local ni un alma, “vimos llegar coches negros y empezaron a bajarse de los coches unos 20 curas” y entre ellos, el papa Clemente, del que los hermanos Blanco no habían oído hablar y que se sentó a la cabecera de la mesa. Quino se quedó mirando el panorama y le dijo a su hermano “sólo falta que nos digan qué Dios te lo pague” con una cuenta que subió a las cien mil pesetas de los años 80. Pero no sólo abonaron la cuenta, también dejaron buenas propinas y repitieron la visita.

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El encanto que tenía aquella Barraca acogió a otros personajes muy conocidos, como Miguel de la Cuadra Salcedo; Lola Flores con su marido 'El Pescailla'; o el actor José Coronado, cuando rodando la serie 'El Príncipe' en Ceuta. 

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Una de las anécdotas que Tete recuerda con cariño, pese a todo, fue la visita que la La Barraca recibió de uno de los humoristas de la época, Paco Gandía, que pasó por el restaurante en el tiempo en el que Tete sufría obesidad mórbida. El patriarca Blanco presentó al humorista a su hijo y el artista: “Mira, Paco, éste es mi hijo Tete” y el artista contestó: ¿Es uno o dos 'pegaos'?. Con el recuerdo, Tete no puede evitar soltar una carcajada.

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La Barraca de la Almadraba les dio lo que no les ha dado ninguno de sus otros negocios pero, con el paso del tiempo, la zona dejó de ser la idónea para el restaurante y los Blanco dieron un paso más, instalándose en la Murallas Reales con el 'Secreto de Yuste'.

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La barraca sigue allí en la Almadraba, convertida en almacén. Un negocio que surgía fruto de la necesidad que ha dado muchas alegrías y después de 43 años “no hemos aprendido mucho de restauración pero vamos mejorando” cuenta entre risas Tete, en la Terraza de Menchu, donde nos desvela que la familia, los seis hermanos Blanco Batista viven alrededor de su madre, como buena matriarca.

La Barraca 7

Han pasado 43 años desde que La Barraca abrió sus puestas, y ahora con La Barraca, en el Parque Marítimo y la Terraza de Menchu, en la mente de Tete y de Quino está el futuro. Sin relevo generacional, el fruto de aquella Barraquita está en el aire pero los hermanos confían en el destino, ese que les llevó a ser hosteleros y que les ha dado tantas alegrías y como señala Tete “sería de egoístas quejarnos”.