Javier Guerrero dejará la prisión en próximas horas. El ex consejero de Sanidad ha depositado la fianza de 100.000 euros establecida por el juez que instruye la causa en la noche del jueves y su salida a la calle es cuestión de tiempo.
Así lo han confirmado fuentes cercanas al caso, que especifican además que el pago se ha realizado de un modo poco habitual: en efectivo. No ha habido transferencia bancaria ni pago en especies, como puede ser presentar las escrituras de algún inmueble libre de cargas hipotecarias o que ofrezca una diferencia entre su valor y la cantidad amortizada igual o superior al total de la fianza. A Guerrero se le retira el pasaporte y tiene la obligación de firmar el día 1 y 15 de cada mes en un juzgado del territorio nacional.
Al margen del pago de la fianza, queda también por aclarar cuáles serán el resto de medidas cautelares que fije el magistrado al ex consejero. No hay que olvidar que los peritos de la Guardia Civil solo han entregado parte del análisis de los dispositivos informáticos o de telefonía móvil encontrados por los agentes del Instituto Armado en el triple registro (domicilio particular, consulta en el Hospital Universitario y en una clínica privada) practicado en la mañana del 11 de enero. Pero la segunda parte del informe queda aún por entregarse.
Hay que recordar que la prisión provisional es una medida vigente hasta la llegada del juicio, y que se aplica cuando se aprecia riesgo de fuga, de destrucción de pruebas o para la integridad de las víctimas o testigos del hecho a encausar. En el caso de Guerrero, y en anteriores recursos que fueron rechazados por parte del tribunal para salir en libertad, se explicó que el alto poder adquisitivo del galeno podría facilitar su huida.
Guerrero ingresó en prisión dos días después de ser detenido en las primeras horas del 11 de enero de este año. Los agentes de la Guardia Civil se personaron en su domicilio particular y tras las 48 horas preceptivas en los calabozos ingresó en prisión el 13 de enero. Posteriormente, fue trasladado en las jornadas siguientes a una cárcel peninsular, que abandonará en cuestión de horas.
