De escapar de los 'grises' a pedir justicia en el Tarajal: la historia de Miguel y Carmen

Se conocieron en 1976, huyendo de la represión policial, y desde entonces no han dejado de luchar por los derechos de los más vulnerables. Cada año viajan a Ceuta para recordar a las víctimas del 6F

Carmen y Miguel  juntos, de la mano
photo_camera Carmen y Miguel juntos, de la mano

En el bar de la frontera, en la playa del Tarajal, Miguel, un granadino con unas cuantas primaveras encima, toma un té. Espera paciente a que Carmen, su joven mujer de setenta y muchos años, vuelva a sentarse junto a él, mientras esperan que la manifestación por la Dignidad de las víctimas del 6F recorra el trayecto desde la Plaza de los Reyes hasta el Tarajal. El sistema circulatorio de Miguel ya no le permite llevar a cabo grandes caminatas.

Cuando vuelve Carmen, trae una historia con ella. “Ya me he enterado de cosas”, dice mientras se acomoda junto a su marido y compañero de vida, y de activismo, desde hace casi medio siglo. Carmen ha preguntado en el interior del bar algunos datos que desconocía de Ceuta, como cuántos trabajadores transfronterizos cruzan la frontera a diario y otras particularidades que solo a las mentes inquietas ocuparían.

Miguel y Carmen
Miguel y Carmen, esperando a que la manifestación por la dignidad llegara al Tarajal

Ni las canas, las arrugas o los achaques propios de la edad han mermado las inquietudes de esta pareja, que viaja a Ceuta -si la salud no lo impide- para pedir año tras año dignidad para los inmigrantes que perdieron la vida hace 10 años en la playa del Tarajal intentando entrar en Ceuta desde Marruecos en busca de una vida mejor, pero no lo consiguieron.

Miguel y Carmen llevan toda la vida defendiendo los derechos de los seres humanos porque “yo lo he tenido todo”, apunta Carmen, por haber nacido en una parte del mundo, o de una frontera, y no en otra. Y para mejorar esta historia, la pareja de activistas sociales se conoció “corriendo delante de los grises” -como no podía ser de otra forma-.

Corría el año 1976, y había que defender sus ideales, pero aun con Franco muerto, la democracia y la libertad de expresión no habían llegado a aquella España en blanco y negro. Y para no 'cobrar' de los policías nacionales, dos desconocidos se agarraron, cual pareja de novios, “y nos pusimos a mirar escaparates”. Después llegaron otros encuentros, como el del día cinco de junio, a las cinco de la tarde, en Fuentevaqueros. La iniciativa de un homenaje popular a Federico García Lorca que tomó cuerpo en una concentración el sábado cinco en el pueblo natal del poeta, al cumplirse los 78 años de su nacimiento y en el mismo en que se cumplieron los 40 de su muerte.

Han pasado casi 50 años, y Carmen y Miguel han vivido cambios políticos, sociales y hasta de moneda; la paternidad; el nieto -del que Carmen se hace cargo algunas tardes- y hasta la jubilación, pero no han dejado de pelear y de ayudar a aquellos que lo necesitan.

Ahora, con más tiempo disponible, forman parte de una asociación “sin papeles”, como a los que echan una mano. Carmen, funcionaria de profesión que conoce el farragoso entramado administrativo español, dedica las mañanas al 'papeleo' para “ayudar a los chicos”, mientras que Miguel se dedica a cocinar y por las tardes, invierten los papeles. Carmen se queda en casa, mientras que Miguel va a la asociación, en la que colaboran, “para lo que haga falta” y en la que se imparten clases de español por profesores voluntarios.

Miguel y Carmen
Miguel y Carmen, con el resto de sus compañeros de activismo social

Ayudan a inmigrantes que llegan a Granada de forma 'irregular' en todo lo que pueden y saben -que no es poco-. Buscan a los chicos un alojamiento, gracias a la solidaridad ajena. La asociación a la que pertenecen cuenta con cuatro pisos cedidos. También les preparan para trabajar, cuando obtienen el permiso de trabajo, en la temporada de la fresa.

El de este sábado ha sido el séptimo u octavo viaje a Ceuta -no ponen de acuerdo sus memorias- y Carmen afirma que la ciudad es preciosa, pero que, como en todas partes, hay unas grandes diferencias entre el centro y la periferia y, sobre todo, con el Príncipe, que en uno de sus primeros viajes a la ciudad se empeñó en visitar.

Llega el momento de despedirse. La manifestación en memoria de Jeannot, Armand, Samba, Daouda, Luc, Yves, Larios, Youssouf, Ousmane, Keita, Omarou, Blaise, Roger Chimie y otros dos inmigrantes no identificados llega a la frontera. Miguel y Carmen se unen al grupo agarrados de la mano, no sin antes prometernos que volverán a Ceuta el año que viene, para seguir haciendo activismo pro derechos humanos porque, como dice Carmen, “un grano no hace granero, pero sí compañero”.

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