Jesús y la Virgen se cruzan en un lugar inesperado

Histórico paso en el que el Santísimo Cristo de la Encrucijada y María Santísima de las Lágrimas se encontraron frente a la Catedral de Ceuta en vez de en Hadú

 

 Un momento de la procesión de La Encrucijada 2024.

Los caminos del Señor son inescrutables según los entendidos en la Biblia y todo el asunto religioso. Tanto lo son que el Santísimo Cristo de la Encrucijada y María Santísima de las Lágrimas se cruzaron este jueves a la puerta de la Catedral de Ceuta y no en Hadú, donde suelen verse cada Jueves Santo. El motivo, que la iglesia aún está en obras.

Fue una coincidencia agradable, no como cuando madre e hijo se dan de bruces a altas horas en un bar de copas. Lo atestigua que a esta casualidad asistieran alrededor de trescientas personas con looks bastante informales para lo habitual en los pasos de esta Semana Santa ceutí.

La media de edad subía considerablemente respecto a la de la Flagelación, contándose casi todos en la franja de entre los cuarenta y los setenta años. Bufandas en tonos marrones, morados, mucho plumas y abrigos beige y calzado cómodo, deportivo, imperaban entre los asistentes.

A solo cinco minutos para la hora programada de salida, una voz no tan celestial avisaba por megafonía en la Catedral a los ajenos al paso: “Salid para que podamos hacer nuestras cosas, que vamos muy justos”.

Bien cierto era. Aún se colocaban dentro del templo de negra puerta los igual de oscuros capirotes. Los costaleros ajustaban todo, menos fornidos que los flagelados. En lo que sí coincidían ambas procesiones era en las muchachas con vestidos lorquianos, negros, con encaje. De luto de otra España.

Veinte minutos tarde asomó el cortejo por la puerta principal, y se inició una acción paralela por puertas que exigió dar el máximo a los medios gráficos. La Virgen salía del local por detrás, fuera del foco paparazzi, mientras Jesús, como Mesías, lo hacía por delante. Unos pequeños lo miraban atentos comiendo aperitivos sabor ketchup -una de las constantes en esta Semana Santa ceutí-, como si les dijera aquello de: "Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el Reino de los cielos" (Mateo 19:14).

Entre los acompañantes de la cruz -cargada a hombro y trasladada con una curiosa marcha de pie a un lado, pie a ese lado, pie al otro lado, al ritmo de la banda- destacaban jóvenes con trajes de acólito de inspiración asiática con flores en amarillo y desfilando tras ellos la mismísima encarnación del Salvador con anteojos y melena metal sujetando un farolillo.

El encuentro en el lugar más inesperado, muy lejos de Hadú, lo anticipó en la lontananza el sonido de 'La Saeta' de Serrat, que marcaba el paso a la madre desde la parte trasera de la Catedral hacia el pasillo sur de la Plaza de África, donde debía cruzarse con su hijo.

Justo al enfilar el carril apareció muy sonriente delante de la Virgen el presidente de la Ciudad, Juan Vivas, junto al heroico vicario, Jesús Fernández Alcedo y algunos representantes del Gobierno local, incluidos los consejeros Alberto Gaitán y Pilar Orozco y el asesor de cultura Eduardo Ayala, protagonistas de numerosas fotos al lado de guardias civiles y nazarenos.

Al final acabaron por cruzarse casi a las ocho y media, mientras desde la megafonía se ensalzaban las bondades del cristianismo y los medios gráficos discutían acaloradamente por ver quién tapaba a a quién para la foto.

Sonó un ritmo algo jazz en sus inicios, para volver a la tradición a las pocas notas y dar salida de la céntrica plaza a madre e hijo, que se darían después un baño de masas en Ceuta, casi 2000 años después de aquella fatídica pero trascendental semana en Oriente Próximo.

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