El mercado laboral de Cataluña se hunde a sus peores niveles desde 2009

 

El proceso independentista empieza a mostrar sus consecuencias para los trabajadores catalanes, que junto a Baleares fueron las peores de toda España en noviembre.

 

Ministerio de Empleo y Seguridad Social./ www.prensa.empleo.gob.es
photo_camera Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

La independencia a los Schrödinger de Carles Puigdemont metió a Cataluña en un cajón de incertidumbre y, mientras él se sienta a la mesa de importantes políticos en Bélgica y hace una pataleta contra la Unión Europea en Bruselas, dejó una lamentable situación en el mercado laboral y en el paro. Y es que el primero de ellos cayó mientras que el segundo subió, algo que sería normal considerando la época si no fuera porque el dato general en España fue ligeramente mejor en comparación a 2016, cuando tanto la Seguridad Social como el paro arrojaron datos menos peores que los que comunicó este lunes el Ministerio de Empleo. Cataluña, junto a Baleares, reportaron en noviembre sus peores datos desde 2009 en el paro.

Cuando Puigdemont hizo su chiste de proclamar la independencia para luego suspenderla de forma automática, las empresas e inversores de éstas entraron en pánico pues no sabían en qué lugar quedaría Cataluña a partir de entonces. Las grandes, medianas y pequeñas compañías emprendieron entonces un éxodo masivo que los llevó a instalar sus domicilios sociales en otras partes del país. La consecuencia fue que en Cataluña hasta 7.400 personas se hayan quedado sin empleo tan solo en el mes de noviembre, elevando el gran total hasta 422.462. El dato más alto, eso sí, siguen siendo los 11.000 puestos de 2009.

En cuanto a la afiliación a la Seguridad Social, el número fue de 4.038 miembros menos, lo cual empeora la media nacional, explica El País. En este apartado, eso sí, el peor dato de todos se lo lleva Baleares, que de octubre a noviembre perdió hasta 80.000 cotizantes, un 15,5% menos en comparación a la media nacional.

En sus últimos momentos de vida, la Administración de Puigdemont sabía el pleito económico en el que estaba metiendo a la comunidad. Mientras las compañías se iban en estampida a Madrid, Alicante, Valencia y un largo etcétera, los funcionarios del removido Govern buscaban alguna salida alterna a la tormenta que se veía venir. Su plan maestro era crear una criptomoneda con la que motivaran nuevas inversiones, tal y como se hace en Estonia. Con esa divisa digital hubieran logrado que padrinos extranjeros invirtieran desde sus países de origen y, como ningún banco tiene jurisdicción en la web, no habría dejado rastro de los movimientos. 

Al final, el proyecto fracasó, como la independencia de hecho, y la comunidad quedó en el aire. Pero el gran problema para España es que estos números en Cataluña amenazan con expandirse al resto del país, según incluso la Comisión Europea, que ha puesto el crecimiento económico del país bajo la condición de qué haga Barcelona tras los comicios del 21 de diciembre. 

Fuente: Mundiario