Ceuta, con otros ojos

Ceuta, vista con los ojos de Marcelo López

De Argentina al «paraíso» de Ceuta, pasando por Sotogrande y La Rioja. El pádel trajo a este hombre «feliz» al otro lado del Estrecho donde su mujer le regaló su tesoro más preciado, su hija

Marcelo López: argentino, enamorado de Diana y de su hija, aunque su gran amor es su madre
photo_camera Marcelo López: argentino, enamorado de Diana y de su hija, aunque su gran amor es su madre

«Ceuta es el paraíso». Así es Ceuta a los ojos de Marcelo López. Un argentino, con la doble nacionalidad, afincado en la ciudad desde hace más de diez años.

Llegó a España en el 2000 y tras pasar varios años en Sotogrande y otros tantos en diferentes ciudades de La Rioja, llegó a Ceuta hace casi 12 y ese momento de cruzar el Estrecho «es muy difícil de explicar. Uno viene con una imagen cuando llega a Ceuta es totalmente opuesta», señala Marcelo que asegura que «los argentinos somos muy de familia y la cultura marroquí es muy similar a la de la gente de mi tierra».

Marcelo López: argentino, enamorado de Diana y de su hija, aunque su gran amor es su madre
Marcelo López: argentino, enamorado de Diana y de su hija, aunque su gran amor es su madre

12 años en Ceuta han cambiado muchas cosas en Marcelo. «Es el paraíso por las cosas que yo hago». Este submarinista empedernido es conocido por su profesión. Es profesor de pádel, un aspecto en el que se ha desarrollado muchísimo porque cuando llegó a Ceuta «el pádel era muy nuevo y he tenido la suerte de conocer a mucha gente. Es la satisfacción personal».

Y lo máximo que le han dado el Ceuta, que le dio su esposa Diana, fue a su hija que ahora tiene tres años. «Tengo una hija cien por cien caballa».

Ceuta ha hecho feliz, más si cabe, a Marcelo. «Me gusta el mar, me gusta la temperatura, trabajo en lo que me gusta», aunque en este último punto, este argentino hace un inciso. «Hace dos años que no trabajo». Un cáncer de riñón dio un vuelco a la vida de Marcelo. Diagnosticado en plena pandemia, con su hija por nacer y no se le tuerce la sonrisa porque le permitió criar a su hija «desde el primer minuto». Como a muchos supervivientes de cáncer, la enfermedad le ha hecho más fuerte, más resiliente y más feliz, en lugar de hacerle mella.

Una de sus pasiones de Marcelo López: el pádel que la convirtió en su profesión
Esta imagen es una de las favoritas de Marcelo que fue captada mientras recordaba a su madre

Este es el caso de Marcelo López. Asegura que es mucho mejor persona que cuando dejó Argentina. «Soy otra persona. He dado un cambio radical en mi vida», apunta. «Siempre he sido positivo porque, desde que me levanto hasta que me acuesto, mi vida es feliz». «No concibo las cosas negativas en mi vida, las aparto» confiesa.

Se considera una persona afortunada porque llegó a España con contrato de trabajo y no «como, lamentablemente, les pasa a muchos chicos y chicas que vienen de otros países» y ser monitor de pádel, le ha concedido «una vida muy fácil». Una profesión que le ha permitido vivir exclusivamente de sus ingresos como profesor de pádel.

Marcelo es un hombre feliz, en mayúsculas, y así lo confiesa. En este trocito de España en África, ha podido ver reunido todo lo que ama: el pádel, el mar y a su hija, una caballa cien por cien que tiene el honor de ser la primera «loba» norteafricana, porque, como buen argentino, cuando nació la hija de Marcelo lo primero que hizo (no sabemos si antes o después de besar a Diana y a la pequeña) fue hacerla socia de Gimnasia y Esgrima de La Plata, porque Marcelo es platense y un platense «o es de Estudiantes o es de Gimnasia y no como los españoles que son del Madrid o del Barça. Si hubiera nacido en Ceuta, sería del Ceuta y ya».

Si un día buscan a argentino de pura cepa y no le encuentran, búsquenlo cerca del mar
Si un día buscan a este argentino de pura cepa y no le encuentran, búsquenlo cerca del mar

Un sentimiento de amor a lo propio, a la patria que quizá sólo se entiende siendo argentino. «Los argentinos amamos primero a nuestro país y luego a nuestra familia. Yo moriría por Argentina». Un amor por su país natal que se refleja en una de las fotografías que nos ha cedido para ilustrar este artículo.

Pero no sólo la patria llena de orgullo a Marcelo, también lo hacen las mujeres de su vida. Desde la última en llegar, su hija, pasando por su mujer Diana, hasta llegar a su gran amor, su madre, para quien él era su «príncipe» y con quien compartía un vínculo muy especial, tanto que Marcelo llegó a tener la premonición de su fallecimiento y está convencido que su hija, Afrah María, fue concebida en el día del primer cumpleaños de su madre tras su muerte, un diez de mayo de 2019.

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