El Centro Cultural Al Idrissi celebra el Mawlid, el nacimiento de nuestro profeta, en su decimocuarta edición. Este viernes, los coros del Centro y varios solistas de su gran cantera de artistas han ofrecido un espectáculo musical en el Teatro Auditorio del Revellín.
Este año, el evento ha contado con la colaboración del grupo Dakka Marrakchia de Ceuta, que ha representado una henna de tahara, la ceremonia de circuncisión que se realiza a los niños musulmanes. Se trata de uno de los ritos más importantes en la vida de un niño.
Los asistentes también han disfrutado de las canciones del artista invitado Ismael Belouch, de la ciudad de Nador, que ha cantado en tres idiomas: español, árabe y amazigh.
Antes de comenzar el acto, se ha guardado un minuto de silencio por las víctimas del conflicto entre Hamás e Israel.
Entre los asistentes se encontraban el presidente de la Ciudad, Juan Vivas; el delegado del Gobierno, Rafael García; y la consejera de Cultura, Pilar Orozco, que han acompañado a los dirigentes del Centro Cultural Al Idrissi.
El Mawlid, que significa “el nacido”, tiene lugar durante el mes lunar de Rabi Awwal. Es una ocasión para recordar la vida y el ejemplo del Profeta (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él).
La tradición de celebrar el Mawlid llegó a nuestra ciudad a principios del siglo XIII, en el año 1250, desde aquí se extendió al Ándalus y los países del Gran Magreb por el hijo mayor de Abu Abbas Al Azafi, juez y gran erudito ceutí. Su hijo Abu Al Kasem fundó el principado de la dinastía Azafien en Ceuta, que gobernó durante setenta y cinco años. Desde este pequeño enclave terminó el libro que comenzó su padre sobre esta tradición, titulado “Libro de las perlas ensartadas sobre el venerado nacimiento del Profeta”.
Para los musulmanes, el recuerdo de su nacimiento está estrechamente ligado al principio que rige todo lo bueno en la existencia. Aunque la Sunna no menciona la necesidad de celebrar ese acontecimiento, es conmemorado por toda la Umma (la comunidad musulmana mundial) que desea recibir simbólicamente la baraka (la bendición y la gracia divina) del instante en el que nació el Profeta (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él).
