Crisis en Vox: De Covadonga a la marginalidad

La situación actual del partido podría resumirse en la evolución de su líder, el señor Abascal, quién un día quiso ser Hernán Cortés y está destinado a ser el bufón útil para la entrada del melonismo en España

Abascal posó al estilo Hernán Cortés
photo_camera Abascal posó al estilo Hernán Cortés (X)

Vox, el partido que nació ungido en el mito de la Reconquista se encuentra sumido en una profunda crisis interna, aunque parece no amenazar su supervivencia si está socavando sus opciones de ser un partido de Gobierno para ser un partido de trinchera.

La dimisión de Iván Espinosa de los Monteros, uno de sus fundadores y portavoz parlamentario, ha evidenciado la fractura entre dos corrientes opuestas: la liberal y moderada, que él encarnaba, y la ultraconservadora y tradicionalista, que lidera Jorge Buxadé. La marcha de Espinosa de los Monteros ha dejado a Santiago Abascal sin uno de sus principales apoyos y ha abierto una guerra por el control del partido, que se ha visto relegado a la marginalidad política por su radicalización y su falta de estrategia. Abascal, que un día soñó con ser el nuevo Hernán Cortés, se ha convertido en el bufón útil para la entrada del melonismo en España.

Mientras que el ala que parece estar imponiéndose del señor Buxadé defiende un discurso más radical, nacionalista, católico y antieuropeo, el segundo de Espinosa de los Monteros se inclina por una visión más liberal, pragmática y proeuropea, en un europeísmo entendido bajo el paraguas del Partido Conservador Reformista Europeo de Meloni y Le Pen.

Esta división interna ha provocado una pérdida de cohesión y de identidad en Vox, que ha visto cómo se desplomaba su apoyo electoral en las últimas generales. El partido de Abascal ha pasado de obtener 3.656.979 votos y 52 escaños en noviembre de 2019 a conseguir 3.033.744 votos y 33 escaños en junio de 2023, lo que supone una caída del 17% en votos y del 37% en escaños. Vox se ha quedado lejos de ser la alternativa al PP que aspiraba a ser y se ha convertido en un actor marginal e irrelevante en el panorama político español.

La descompensación de la balanza de poder hacia el sector encabezado por el señor Buxadé puede llevar a Vox a convertirse en un partido testimonial, es decir, un partido que aspira a mantener su suelo electoral más que a ser partido de gobierno, para lo cual reclama posturas más radicales y extremas.

Este tipo de partidos se caracterizan por tener una ideología muy definida y poco flexible, una organización muy jerárquica y vertical, y una estrategia de confrontación y polarización con el resto de actores políticos. Al optar por este camino, Vox renuncia a ampliar su base social y a pactar con otras fuerzas políticas, lo que le condena a la irrelevancia y al aislamiento.

Existe una posibilidad real de que el sector de Espinosa de los Monteros sea recuperado por el PP, especialmente por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien es la puerta al melonismo en España y que ya maneja los marcos propios de dicho sector, como son una visión más liberal de la economía y un liderazgo femenino fuerte que maneja códigos del peligroso falso dilema de Libertad frente a Seguridad. Ayuso ha demostrado su capacidad para atraer a los votantes descontentos con Vox y concentrar el voto en el arco desde el centro de Ciudadanos a la derecha más extrema del partido que lidera el señor Abascal.

Además, Ayuso podría beneficiarse de un posible fracaso de la investidura de Alberto Núñez Feijoo, y en el probable escenario de una repetición electoral, si Feijoo no consigue una mayoría suficiente en las segundas elecciones, el sector liberal y moderado de Vox podría verse tentado a abandonar el barco y acercarse al PP de Ayuso, quien les ofrece un proyecto más viable y atractivo y ya ha mostrado señales de apertura para acogerlos.

La deriva de Vox actual puede llevarles al camino que ha seguido la Liga Norte y su líder, Matteo Salvini, quien de ser una figura relevante en la política italiana se ha convertido en el bufón útil para el blanqueamiento de una figura como la de la señora Meloni de la que carecía (baste recordar la foto con los dos melones de su campaña), en caso de necesidad una candidata como la señora Ayuso a la Presidencia del Gobierno obtenga una seriedad y presidenciabilidad de la que actualmente carece fuera de la Comunidad de Madrid.

Son hechos probados que la señora Ayuso se ha erigido desde su fortaleza madrileña como una baronesa del PP centralista, frente al PP del señor Moreno en Andalucía, y es público y notorio que en la prensa de ámbito nacional se presenta a sí misma más como la oposición a don Pedro Sánchez que como la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Así, si los acontecimientos siguen desarrollándose de esta manera Vox podría quedar reducido a un partido testimonial que, paradójicamente siendo un partido que ha crecido contra el concepto de autonomía de las nacionalidades y regiones de nuestro país, mantiene un importante suelo electoral y es clave de Gobierno en Aragón, Extremadura, Valencia, Murcia y Castilla y León, pero sin capacidad de influir en las decisiones de gobierno a nivel nacional y sin un proyecto claro para España más allá de las consignas vagas y emocionales por todos conocidos.

Vox y su líder, el señor Abascal, que nació con la ambición de ser el nuevo Don Pelayo que iniciaba la Reconquista de la España centralista, nacionalcatólica y antieuropeísta, podría acabar siendo el nuevo Salvini, un partido testimonial necesario para que, llegado el momento oportuno, si se impone la vía de la señora Ayuso en los populares, sirva de contraste entre el bufón y el gobernante.

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