Los rusos YA VISITABAN CEUTA EN LOS 70

El día que Moscú nos abandonó

El periodista Luis Romero analiza para el Instituto Elcano la crisis internacional que concluyó con la renuncia de Rusia a que su flota de guerra hiciera escalas en Ceuta. 

BUQUE CIENTÍFICO RUSO ATRACADO EN CEUTA EN LOS 80
photo_camera Un supuesto buque científico ruso atracado en el puerto de Ceuta en los años 80; frente a él navega un submarino español/ DEL LIBRO "EL ESTRECHO EN LA POLÍTICA DE SEGURIDAD ESPAÑOLA DEL SIGLO XX"

Novorossiysk 26 agosto 2015 submarino rusoEl submarino ruso "Novorossiysk" fotografiado en el puerto de Ceuta en 2015/ C.A.

Usted podría encontrar a este anciano de cabello blanco y gafas anticuadas confundido entre los pescadores aficionados que los fines de semana lanzan su caña en los alrededores de la playa de Santa Catalina. Pero Joe Pitts no ha estado nunca en Ceuta.

El señor Pitts ocupaba en mayo de 2016 un escaño en el Congreso de los EEUU. Al congresista por Pensilvania le traía sin cuidado el infortunio de los incautos peces seducidos por los anzuelos de los ociosos pescadores ceutíes. Joe Pitts sólo tenía ojos para los buques de guerra de la Armada rusa que navegaban por aguas del Estrecho, a los que consideraba una amenaza. Y así se lo hizo ver al presidente Barack Obama. “Existen riesgos significativos de inteligencia y seguridad para los Estados Unidos y el Reino Unido”, advertía. La guerra de Siria y la vocación intervencionista de Moscú en el conflicto se encontraban detrás de estas cautelas. 

El 20 de octubre, el especialista en política internacional Luke Coffey publicaba en la edición estadounidense del “Huffington Post” un artículo de título inquietante: “Mientras Alepo arde, España abastece a la Armada rusa”.

Apenas seis días más tarde, los buques de guerra rusos dejaban de hacer escala en Ceuta.

“¿Para siempre? No puede saberse”, considera el periodista Luis Romero, máster en Paz, Seguridad y Defensa y autor del artículo “El paso del portaaviones ruso ‘Almirante Kuznetsov’ remueve las aguas del Estrecho”, publicado esta misma semana en la página web del Real Instituto Elcano.

“La cosa está un poco complicada, sobre todo mientras esté ahí el problema sirio –continúa Romero- Quizás cuando las aguas se calmen las escalas puedan volver a restablecerse, pero, en ese caso, ya no serán escalas de grupos de combate sino paradas aisladas”.

Pero, ¿por qué los barcos rusos dejaron de recalar en el puerto ceutí?

La Autoridad Portuaria había convertido las visitas de los marineros rusos en poco menos que un reclamo publicitario, pintoresco y simpático. Una pintura amable que distaba mucho de los tonos fúnebres con los que en distintos puntos del mundo se observaba la escena.

La confluencia de distintos intereses y la presión que ésta ejerció sobre el Gobierno español dieron al traste, finalmente, con la estampa que configuraban aquellos tipos fornidos con sus camisetas listadas tomándose fotografías en la Plaza de los Reyes. “No hay que creer que existió una campaña orquestada y diseñada –precisa Romero- Lo que hubo fue una machacona insistencia de británicos y norteamericanos que ponía el énfasis en lo perjudicial que era la presencia rusa, sobre todo atendiendo a que la OTAN y la UE habían acordado la imposición de sanciones a Rusia y a que, y esto interesaba fundamentalmente a los británicos, podría tener consecuencias sobre la seguridad de la base de Gibraltar”.

Romero detalla en su artículo cómo la tercera semana de octubre de 2016 se desató una cascada de declaraciones y movimientos que concluyeron con las manifestaciones públicas del secretario general de la Alianza Atlántica, quien mostró su “preocupación” por el “potencial” de los recursos bélicos que los rusos hacían transitar por el Estrecho. “Cuando el secretario general de la Alianza dice algo así, se acabó la discusión”, bromea el periodista.

La crisis concluyó con un pacto entre España y Rusia: los españoles solicitarían a Moscú una ampliación de información sobre la escala de los tres buques autorizados a recalar en Ceuta e, inmediatamente, el Kremlin anunciaría su decisión de retirar la solicitud de permiso.

 

Los rusos ya estuvieron aquí

BUQUE CIENTÍFICO RUSO ATRACADO EN CEUTA EN LOS 80Buque soviético atracado en Ceuta (años 80)/ DEL LIBRO "EL ESTRECHO EN LA POLÍTICA DE SEGURIDAD ESPAÑOLA DEL SIGLO XX"

Superada la crisis de las escalas, parece difícil que las proas de los barcos rusos vuelvan a asomarse a la bocana del puerto de Ceuta como lo venían haciendo desde 2011. “La V Escuadra de la flota soviética desapareció del Mediterráneo en 1991, entre otras cosas, porque la URSS se queda sin dinero –explica Romero- Es a partir de 2011 cuando regresan y hacen de sus escalas en Ceuta una práctica frecuente”.

Los rusos volvían porque ya antes habían estado aquí. Estas visitas, que constituyen los antecedentes más inmediatos de la presencia rusa en la ciudad, son detalladas por Romero en su artículo.

Incluso antes de que España estableciera relaciones diplomáticas con la URSS, el gobierno franquista suscribía un convenio con Moscú para convertir Canarias y Ceuta en escala logística de la flota pesquera rusa que faenaba en el banco sahariano. Corría el año 1969 cuando estos barcos de pesca comienzan a amarrar en el puerto ceutí. Pero no venían solos.

“Hay que tener en cuenta que en esa época todos los barcos, incluidos los pesqueros, eran propiedad del estado soviético –prosigue Romero- Y cuando llegaban solían hacerlo acompañados: lo escoltaban supuestos buques científicos plagados de antenas que, me temo, hacían algo más que dedicarse a mirar las estrellas”.

El interés español en que los pesqueros soviéticos recalaran en Ceuta era evidente. Los rusos habían estado utilizando Gibraltar como base para sus escalas hasta entonces. Ya que las reclamaciones sobre la soberanía resultaban del todo infructuosas, probablemente resultaba excitante estar en condiciones de hurtar algo a los británicos. Aunque se tratase de barcos de pesca rusos.

 

¿Y adónde irán los rusos?

Pese a todo, los buques de guerra de Putin puede que acaben encontrando cobijo no muy lejos de nosotros. Rusia, según explica el autor del artículo publicado por el Instituto Elcano, necesita un puerto de apoyo en este lado del Mediterráneo, toda vez que ha conseguido consolidar su base de Tartus en Siria. Y uno de esos puertos podría estar asentado en la costa marroquí.

Las tensiones que genera entre EEUU y Marruecos la situación del Sáhara Occidental han llevado a Mohamed VI a procurar una diversificación de sus relaciones internacionales a la que Rusia no es ajena.

Romero ve un indicio de una hipotética futura colaboración en la compra por Rabat de material bélico ruso: “Parece ser, y digo parece ser porque en Marruecos nunca nada es blanco o negro, Rabat se ha comprometido a comprar a Rusia un submarino de última generación que podría destinarse a la base que existe entre Tánger Med y Tánger. Así, y al menos durante algún tiempo, los marroquíes necesitarían instructores rusos, porque manejar un submarino no es cosa que se pueda aprender en dos días. ¿Podría ser una primera avanzadilla para que ésa fuera la base donde la flota rusa realizara sus escalas? Pues bueno, es una posibilidad”.