Ceuta, una ciudad alucinante

Sí, aunque parezca mentira, así es. Solo tiene uno que salir a la calle y visitar todas y cada una de nuestras barriadas para constatar que es cierto lo que afirmo. 

Sí, aunque parezca mentira, así es. Solo tiene uno que salir a la calle y visitar todas y cada una de nuestras barriadas para constatar que es cierto lo que afirmo. Esa singularidad es la que se palpa cuando en nuestro recorrido, y no solo en época electoral, vivimos el día a día en cada una de ellas. Lo que sí tenemos que tener muy claro es que no nos merecemos los políticos que hasta ahora hemos tenido en la Asamblea, que en absoluto se han preocupado por apostar por los ciudadanos que viven en las barriadas y que, en su conjunto, hacen a esta ciudad, ya que al parecer una vez transcurrida esta etapa electoral en la que nos vemos inmersos, se vuelven a meter en su mundo y no ven mas allá de sus intereses personales, saliendo a relucir aquella famosa frase de donde “dije digo, digo Diego”.

¿Pero por qué saco en el enunciado lo de “alucinante”? Pues muy sencillo. Tenemos una ciudad con unas características que para sí las quisieran muchas otras Tenemos puerto, montes, frontera, playas… ¿Y qué hacen para poner en valor todo esto? Pues nada de nada. Eso sí, ahora sale el partido que ha ostentado la mayoría absoluta durante años y promete todo lo habido y por haber. Desde luego que hay que tener la cara dura, pues con tal gesto no ya solo se está riendo de sus votantes, sino de todos los que en esta ciudad vivimos.

En cualquier caso, la tónica general es la misma para todos los partidos con representación en la Asamblea, pues si su misión era la de fiscalizar en mayor o menor grado la gestión del partido en el gobierno, han dejado mucho que desear, más bien se han dedicado a formar otro entramado clientelista similar al del anterior con el único fin de que para cuando lleguen las elecciones sigan contando con el voto de esos estómagos agradecidos. Solo bastaría con echar un vistazo a las empresas municipalizadas de la ciudad y hacer un sondeo para ver cuántos han entrado por oposición y cuántos a dedo. Está claro que la balanza se inclinaría por la segunda de las opciones.

Está claro que de lo que menos se han preocupado es de buscar una solución real a los problemas que nos acucian desde hace tiempo y, de manera muy especial, el desempleo. Y no será porque no tengamos materia para dinamizar esa tan necesitada infraestructura económica. Solo tendríamos que mirar al puerto y ponerlo otra vez en valor como antaño. Pero, claro, para eso hay que ser imaginativo y de eso parece que poco hay en los que nos gobiernan. O quizá también podríamos irnos al paso fronterizo del Tarajal y de una vez por todas estructurar esa zona comercial de los polígonos para que genere riqueza al conjunto de la ciudad y no solo a unos pocos. Pero, claro, ahora es más fácil en elecciones ofrecer ayudas sociales por doquier que dignificar esa masa de personas en desempleo ofreciéndole un trabajo digno para su subsistencia.

En cualquier caso, el próximo 24 de mayo, los ciudadanos tienen una cita con las urnas. En ellos está hacer ver si quieren seguir como hasta ahora o si, por el contrario, quieren ser escuchados en sus reclamos y que las cosas empiecen a cambiar en general y, de manera muy especial, para aquellas grandes olvidadas como lo son las barriadas de Ceuta.

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