Muerte en combate del alférez de Regulares y poeta Rafael Muñoz Valcárcel

El teniente coronel Antonio Muñoz-Manero Fernández glosa en este artículo la figura de Rafael Muñoz

Rafael Muñoz Valcárcel
photo_camera Rafael Muñoz Valcárcel

«Al leer en la tarde de ayer los periódicos de Madrid, hemos sabido con dolorosa sorpresa que en las operaciones militares que recientemente ha realizado en la zona de Larache, la columna del General Barrera, ha sido muerto por los rebeldes, el Alférez del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas, nuestro querido amigo entusiasta colaborador, señor Muñoz Valcárcel.

Joven, muy joven, casi un niño, llegó a Tetuán hace algunos meses con el Batallón del Regimiento de Infantería del Serrallo al que pertenecía y a los pocos días de su llegada visitó nuestra Redacción, atraído, según nos dijo, por la tertulia de jóvenes literatos y artistas que en nuestra casa se reúne. Desde entonces, tuvimos el honor de contar con su colaboración entusiasta, si bien encubriendo su nombre bajo el pseudónimo de “Lacasaigne”, con el cual publicó algunos artículos y, especialmente, en revistas de fiestas y de sociedades.

«Hace poco tiempo, escasamente un mes, se despidió de nosotros; había solicitado su pase a las Fuerzas Indígenas de Larache… Muñoz Valcárcel ha tenido la muerte que deseaba, pues enamorado locamente de su carrera, ansiaba combatir por su Patria y derramar por España su sangre generosa…»

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Esta noticia aparecía en un periódico de Tetuán, días después de la muerte en combate del Alférez de Infantería Rafael Muñoz Valcárcel, acaecida el 11 de julio de 1921, en Maixera (Beni-Arós), zona de Larache, dos días después de su presentación en el Grupo de Fuerzas Indígenas de Larache. Rafael, nacido en Cádiz el 6 de marzo de 1901, era el pequeño de seis hermanos, de ellos los cuatro varones (Luis, Antonio, Pepe y Rafael) abrazaron la carrera de las armas. Su padre, Luis Muñoz Arias, Coronel, infundió en sus cuatro hijos el espíritu de su Arma, la gloriosa Infantería. Su abuelo fue en dos ocasiones, al final de su carrera militar, Comandante General de Ceuta.

Rafael fue promovido a Alférez en el verano de 1920, en la Academia de Infantería en Toledo, con veinte años de edad y solicitó el Cuadro para Eventualidades del Servicio en África, en espera de una vacante en las Unidades ubicadas en Marruecos en plena guerra, preferentemente en Regulares, para seguir los pasos de dos de sus hermanos.

En el álbum donde el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de “Larache” N.º 4 honra a sus muertos en combate, está escrito, con letras de oro «11 julio 1921. Al frente de su Sección irrumpió valerosamente, en el Aduar de Maixera (Beni-Arós), que ofrecía fuerte resistencia, llegando al cuerpo a cuerpo y recibiendo varios balazos y gumiazos, de los cuales falleció en el lugar de la acción».

Luis, el mayor de los hermanos, Capitán, destinado en el Regimiento Vizcaya, en Alcoy, conocía bien el Protectorado, pues estuvo destinado también en el Regimiento del Serrallo, en Tetuán, con el que combatió unos años antes. Viajó a Madrid a informar a su madre del fallecimiento del menor de sus hijos. En el momento de su muerte, los otros dos hermanos participaban en las operaciones militares en Marruecos, en la Zona asignada a la Comandancia General de Melilla.

Su hermano Antonio, Capitán, se encontraba en esa fecha al mando de su Compañía, la 6ª del Regimiento San Fernando 11, combatiendo en el corazón del Rif, cuyo campamento principal estaba en Dar Drius. El Regimiento tenía como misión guarnecer las demarcaciones de Dar Drius, con 21 destacamentos para controlar el territorio de los ataques de las kabilas rifeñas. Simultáneamente, otras unidades de la Comandancia avanzaban hacia la Bahía de Alhucemas, para ocupar esta posición, clave para poder dominar la zona y pacificar el territorio.

Antonio, al conocer la triste noticia viajó, con el lógico retraso, a Larache. De allí, el Capitán Antonio Muñoz Valcárcel se trajo en su petate, aparte de las cuatro pertenencias que pudiera tener un joven y soltero Alférez en campaña, dos recuerdos de alto valor personal y emotivo: Un álbum de poesías (Rafael fue, además de un intrépido oficial, un romántico poeta) y, junto con el álbum, una gumía, que le entregaron los compañeros del Tabor de su hermano Rafael, recogida en el campo de batalla donde dio su vida por España.

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Al volver Antonio a su destino, el 23 de julio del 21, fue informado de que su Compañía había sido masacrada en los trágicos sucesos del derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla, el Desastre de Annual. Para hacernos una idea de lo que supusieron estos hechos solo hay que examinar las cifras de las bajas del Regimiento San Fernando. De los 82 oficiales de la Unidad mueren 68, de las 24 unidades orgánicas, 17 pierden a todos los oficiales, y en total tuvo 1853 bajas entre muertos y desaparecidos, además de los 38 hechos prisioneros por los rifeños.

Pocos meses después, los Legionarios de la I Bandera del Tercio de Extranjeros, al mando del Comandante Franco, durante la reconquista del territorio, llegaron a las posiciones donde combatieron y murieron los componentes de la 6ª Compañía.

En la impactante fotografía que le hicieron llegar al Capitán Antonio Muñoz Valcárcel, se aprecian los huesos de los hombres de su desaparecida Compañía, los de los heroicos soldados de San Fernando. Fueron enterrados y rendidos honores por los caballeros legionarios que, al ver en el cuello de los uniformes las señales del emblema del glorioso Regimiento, decían, «del 11, de San Fernando». Los legionarios llenaron las fosas con inmensas coronas de flores silvestres, y en una de sus cintas improvisadas escribieron: «A NUESTROS HEROICOS COMPAÑEROS DE SAN FERNANDO, LA LEGIÓN» (del libro La Legión, Millán-Astray).

El tercer hermano, Pepe, Teniente de las Tropas de Policía Indígena de Melilla y destinado en la 7ª Mía (Compañía) de Policía Indígena, con cabecera en Hassi-Berkan (30 km al sur de Monte Arruit) y con 7 destacamentos a cargo de la misma, había participado esos días con la Mía en las operaciones para la ocupación de Igueriben y, una vez ocupada y fortificada la posición, pernoctó el 13 de julio en Annual y el 14 regresó a Hassi-Berkan, donde fue informado de la muerte de su hermano, marchando inmediatamente para Larache.

Cuando se reincorporó a su destino le informaron que la posición de Hassi-Berkan fue atacada por los rifeños el 24 y que los askaris, los policías indígenas, que eran 20 en esa posición, no solo hicieron defecciones, sino que algunos cooperaron en el ataque, muriendo el Teniente Casado y todos los europeos destinados en esa posición menos uno. El Capitán de la Compañía murió en el hospital de Melilla por heridas de bala recibidas esos días.

Rafael fue enterrado en el cementerio de Alcazarquivir, pero en 1999 fue desmantelado el cementerio y los restos de los militares allí enterrados fueron trasladados a un mausoleo del cementerio de Larache.

Pero a los hermanos de Rafael el destino les exigiría aún grandes dosis de vocación militar. Luis fue destinado al Ministerio de la Guerra en Madrid, pero en agosto de 1936 fue detenido, juzgado y condenado a muerte (no ejecutada) «al negarse a prestar su servicio a la causa Marxista» (de su Hoja de Servicios). Sufrió varios simulacros de fusilamiento en las checas de Madrid, lo que afectó gravemente a la salud mental de su mujer. Tuvo varios destinos hasta su pase a la Reserva en 1956.

En cuanto a Antonio, continuó en la campaña de África y fue destinado al Tercio en 1926 (VIII Bandera) y posteriormente a Regulares de Larache N.º4, el mismo con el que combatió y murió su hermano Rafael. Con esta Unidad realizó el Paso del Estrecho con el Ejército de África, por avión, participando en la Guerra Civil los tres años, sufriendo tres heridas de guerra.

Al terminar la guerra, de Comandante, estuvo destinado en el 2º Tercio, en Dar Riffien y posteriormente prestó servicios en la Guardia Civil de Fronteras en su lucha contra el maquis, en Lérida y en Badajoz. Siendo Teniente Coronel volvió al 2º Tercio, en Riffien y al ascender a Coronel fue Coronel Jefe del Regimiento de Infantería Ceuta N.º 54, en Ceuta y posteriormente del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas N.º 5, en Melilla.

Por último, Pepe, después de la Guerra de Marruecos estuvo destinado en la Academia de Infantería, en Toledo, pero al iniciarse la Guerra Civil, fue detenido en Madrid, estando de permiso, al intentar, sin conseguirlo, reincorporarse a la Academia de Toledo, al Alcázar. Sería también juzgado y condenado a 12 años de trabajos forzados en presidio por delitos de Alta traición y espionaje.

Una vez terminada la guerra y ascendido a Coronel, tomó el Mando del Regimiento más moderno del Ejército en ese momento, el Alcázar de Toledo N.º 61, de carros de combate. También fue designado para mandar el Regimiento 262 de la División Azul. Alcanzó el empleo de General de División y fue Jefe de la División de Montaña 42, en Lérida.

Dedicado a todos los jóvenes soñadores y valientes que, como Rafael, entregaron lo más valioso, su vida, por defender sus ideales.

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