¡No al cierre de la Hípica!

El pasado domingo, fue el último día que pudimos disfrutar de estas instalaciones, animales y familia ya que el día 30 de junio nos quitan este deporte, nos quitan el contacto con los animales, las rutas al campo, las clases de doma y de salto… nos quitan un gran cacho de nuestra vida. Después de tantos años, es una pena estar redactando este escrito, pero no tenemos respuestas, no sabemos qué pasará con “nuestros” caballos, qué pasará con “nuestra” hípica, qué pasará con nuestra pasión…

Toda una vida disfrutando de esta pasión y ahora me la quieren arrebatar.

Recuerdo el primer día que llegué a la hípica de Viña Acevedo, con tan solo 6 añitos. Mi cara se iluminaba cada vez que veía a estos animales, los caballos, los que nos aguantan día a día, los que te sacan una sonrisa aunque estés triste, los que te ayudan a superarte cada día más y más. Ese primer día todos los miembros de la hípica me recibieron con los brazos abiertos y con una gran sonrisa.

A medida que iba pasando el tiempo, fui avanzando de nivel y cada vez tenía más ganas de que llegará el fin de semana y las vacaciones para pasarme los días enteros en la hípica, rodeada de animales, disfrutando de lo que más me gustaba y me gusta aun más hoy en día. Los monitores y todo el equipo ecuestre siempre te hacían sentir como en casa y nos ayudaban en todo lo posible, en superar nuestros miedos, en ofrecernos grandes experiencias y anécdotas, con aquellos campus, rutas, acampadas, comidas, etc.

Siempre admiraba a aquellos alumnos que tenían un gran nivel y siempre me he esforzado para llegar a ser como ellos, poder competir en la península, recibir las clases de grandes profesores, hacer grandes concursos y recorridos como ellos, etc. Hoy en día, creo que lo estoy consiguiendo, pero justo ahora me quitan la capacidad de seguir avanzando y formándome en este deporte y sobre todo disfrutando de él.

Actualmente tengo 22 años y sigo teniendo esa ilusión con la que entré el primer día, incluso más. Ya que con el paso del tiempo he aprendido una gran disciplina, he aprendido a ser valiente, a montarme después de varias caídas, de varias lesiones o incluso rotura de hueso, porque cuando realmente tienes una ilusión y ganas de hacer algún deporte, las caídas son pequeños baches que se superan.

Cuando tienes un mal día, los caballos son capaces de hacerte olvidar todo lo malo, y centrarte solo en ellos. Es una terapia que muchas personas deberían de probar.

Desde que entré en este deporte, aparte de estar en contacto con una gran diversidad de animales, también he conocido a grandes personas, empezando desde el director y los monitores y terminando por los grandes amigos. En definitiva, somos una gran familia, y no queremos quedarnos sin lo que más nos gusta, sin lo que nos da la vida y lo que nos hace feliz.

El pasado domingo, fue el último día que pudimos disfrutar de estas instalaciones, animales y familia ya que el día 30 de junio nos quitan este deporte, nos quitan el contacto con los animales, las rutas al campo, las clases de doma y de salto… nos quitan un gran cacho de nuestra vida. Después de tantos años, es una pena estar redactando este escrito, pero no tenemos respuestas, no sabemos qué pasará con “nuestros” caballos, qué pasará con “nuestra” hípica, qué pasará con nuestra pasión…

¿Por qué ahora me lo quitan? ¿Qué hemos hecho? ¿Por qué no se nos da la información necesaria? ¿Por qué se nos oculta información? ¿Qué pasará con todos los animales?

¿Cuándo volveré a disfrutar de mi pasión?... Preguntas interminables que espero tener respuestas pronto.

Nunca pensé que llegaría hasta aquí, después de 16 años montando a caballo solo puede pedir que no nos cierren la hípica, que no nos quiten esta gran ilusión y pasión. Espero que se llegue a un acuerdo y que todos podamos seguir disfrutando de este gran deporte y de los animales.

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