VIERNES SANTO

Los desfiles procesionales inundan las calles de Ceuta de seriedad, fervor y recogimiento

La interpretación de La Saeta, canción que hiciera popular Juan Manuel Serrat, por parte de una devota del Cristo de la Buena Muerte ha sido el preludio de un Viernes Santo, que ha llenado las calles de Ceuta de fervor y recogimiento. Una jornada en la que han desfilado el Valle, Remedios, Expiración y el Santo Entierro.

La interpretación por parte de una devota del Cristo de la Buena Muerte ha sido el preludio de un Viernes Santo, que ha llenado las calles de Ceuta de fervor y recogimiento.

El Valle y Remedios coincidieron en la salida procesional. Eran las seis y media de la tarde cuando la majestuosidad del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Mayor Dolor se han mezclado con la sobriedad del misterio monumental que conforman el Cristo de la Paz y María Santísima de la Piedad. Las túnicas negras han sido las dominantes, como no puede ser de otra manera, en los desfiles procesionales de un Viernes Santo, que ha dejado en la retina de los ceutíes momentos que, a buen seguro, serán inolvidables.

El Cristo de la Expiración y María Santísima del Amor y San Juan Evangelista emocionaron a todo el público que esperaba expectante su salida del santuario de Nuestra Señora de África. Bajo la atenta mirada de un piquete, banda de música de guerra e unidad de Transmisiones de la Comandancia General de Ceuta, que aguardaba la salida del Santo Entierro, los costaleros de la Virgen realizaron un preciosa y larga “chicotá” que situó al paso de palio justo enfrente de la puerta de la Comandancia. El público no pudo aguantar y los agradeció con una fuerte ovación.  

La seriedad y el recogimiento invadieron la calle Brull en la salida de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Paz y María Santísima de la Piedad. El conjunto, obra del sevillano Pineda Calderón, empezó a caminar con paso serio y regio. Toques espaciados de campañillas anunciaban la llegada del cortejo. Detrás, la cruz de guía y los nazarenos con túnicas, capas negras y portando faroles. Música de capilla a cargo de los Hermanos Jiménez Regén precedían al paso en el que aparece la Virgen con su Hijo muerto en sus brazos a los pies de la cruz con escaleras. Conforman el conjunto José de Arimatea, San Juan Evangelista, Nicodemo las tres Marías. Tras discurrir por la calle Real, Plaza de los Reyes Camones, Paseo del Revellín, Plaza de la Constitución, Victori Goñalons, Jáudenes y O´Donell, la procesión realizó su estación en la catedral, para, posteriormente, ser la primera en realizar la carrera oficial. Ya de vuelta, el cortejo salió por la Plaza de la Constitución, Paseo del Revellín , Sargento Mena, Agustina de Aragón, Real, Brull, llegando a su templo sobre las 23.00 horas.

 

Remedios

La salida de la Real y Fervorosa Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Buena Muerte era esperada con mucha expectación. Prueba de ello es la cantidad de público que se concentró en el cruce de Real y Teniente Arrabal. Al igual que la del Valle, la de Los Remedios también con música de capilla para el paso del Cristo de la Buena Muerte, mientras que el de Nuestra Señora del Mayor Dolor estuvo acompañado por la Banda de Música de Churriana de la Vega, de Granada.

Memorable fue el momento en el que una devota del Cristo interpretó La Saeta, al igual que lo fue la “revirá” en la calle Agustina de Aragón. Los pétalos llenaron el techo del palio del paso de la Virgen. Nazarenos con túnicas de rúan negro con cíngulo de esparto, acólitos y monaguillos conformaban el cortejo

Unas veces con paso corto y otras abriendo el compás para hacerlos más largos, el desfile procesional fue discurriendo por las calles General Aranda, Sargento Mena, Solís, Antíoco, Méndez Núñez, Paseo del Revellín para alcanzar la Plaza de la Constitución y dirigirse, por Jáudenes, hasta la catedra, lugar en el que hizo su Estación de Penitencia. Luego llegaría el momento del esplendor en la carrera oficial. Tras algunos años, la cofradía volvía a procesionar con sus dos titulares, llegando a su templo pasadas las doce de la noche.

La salida de la Expiración ha sido bella y emocionante. Pese a que el conjunto escultórico vaya en un paso con ruedas, ello no fue óbice para que desfilara con brillantez. El patrimonio de la Semana Santa de Ceuta es de un valor y una belleza incalculable, lo que ha quedado patente en los desfiles de este Viernes Santo.

Desde la puerta de la catedral, los integrantes del cortejo del Santísimo Cristo de la Expiración, nazarenos con túnicas moradas y capas blancas, mujeres de mantilla, monaguillos, acólitos, giraban la vista para presenciar la espectacular salida de María Santísima del Amor y San Juan Evangelista, cuyos nazarenos llevaban túnicas burdeos y capas también blancas.

La cuadrilla de costaleros realizó una preciosa y larga “chicotá”. La Virgen se abría paso, dando la vuelta a la Plaza de África, para entrar pasadas las nueve de la noche en la carrera oficial, en la Avenida Alcalde Sánchez Prado, que estaba abarrotada de gente.

Momentos bellísimos se sucedieron cuando la Virgen subía por el Paseo del Revellín para tomar calle Ingenieros. Los componentes de la banda municipal de Luque, Córdoba, que acompañaban el paso de palio, tocaban, a la vez que cantaban, el Ave María. Fue un momento único. Pasada la una y media, el cortejo hacía su Estación de Penitencia en la catedral, regresando a su templo media hora más tarde.

 

Santo Entierro

El Viernes Santo se cerró con la procesión magna del Santo Entierro. En principio estaba previsto que la Venerable y Real Cofradía de Penitencia del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora de la Soledad procesionara con dos pasos, aunque al final la imagen de la Virgen no salió a la calle.

Este hecho no restó esplendor y seriedad al desfile. Sobre las nueve y cuarto de la noche se abrían las puertas del templo ante las atentas miradas del presidente de la Ciudad, Juan Vivas, el comandante general de Ceuta, , y otras autoridades civiles y militares. Un piquete, la banda de guerra y una unidad de Transmisiones de la Comandancia General de Ceuta aguardaban en la Plaza de África. La salida se realizó con el rigor y como mandan los cánones por parte de la cuadrilla de costaleras de la cofradía. La imagen de Cristo Yacente salió a la calle a los sones del himno nacional interpretado por la Banda de Música Ciudad de Ceuta. Mujeres de mantillas, acólitos, monaguillos y nazarenos, ataviados con túnicas y capas negras, botonadura y cíngulos blancos  conformaban el cortejo, que inició su caminar por las calles ceutíes a golpes de los tambores de las dos bandas que le acompañaban. El paso iba escoltado por seis soldados de Transmisiones. La belleza del paso quedó mezclada con el rigor y la seriedad del mismo a la hora de caminar. Las costaleras, con paso corto y sereno, dejaron patente su buen hacer durante todo el recorrido, que tuvo momentos cumbres tanto durante la carrera oficial como en calle Jáudenes.

Con el recorrido más corto que el resto de las cofradías que desfilaron, el Santo Entierro entró en la carrera oficial al filo de las diez de la noche, haciendo la Estación de Penitencia en la catedral sobre las once y media de la noche. 

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