El agua deja a las puertas a la Vera Cruz

La hermandad suspendió su paso entre lágrimas tras arreciar la lluvia pocos minutos antes de su salida

 Varios miembros de la Hermandad de la Vera Cruz, a resguardo de la lluvia en la Iglesia de África / Andrés Illescas
photo_camera Varios miembros de la Hermandad de la Vera Cruz, a resguardo de la lluvia en la Iglesia de África / Andrés Illescas

La Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y Nuestra Señora del Desamparo de Ceuta se quedó a segundos de salir en procesión en este Lunes Santo. El agua lo impidió, las lágrimas brotaron. Los que pudieron entraron a la iglesia a resguardo y escucharon una breve misa. El año que viene, si Dios quiere. 

La Gran Vía lucía engalanada desde primera hora y faltando veinte minutos para la salida, los ocupantes de terrazas hosteleras pasaban a las butacas reservadas. 

Frente a la iglesia, los botines marrones se revelaban como la elección de la temporada de fervor. Lo mismo que el pantalón, en mujeres y hombres. 

Todavía lucia el sol y los costaleros se ayudaban a apretarse los fajines. En el interior de la Iglesia se colocaban los capirotes y algún bebé miraba atento la jugada, que seguramente le tocara protagonizar en unos años. 

Presente y futuro municipal tomaban cuerpo en el escenario. Alejandro Ramirez, portavoz del gobierno, exhibía traje azul en el interior de la iglesia. Fuera, de fosforescente, un trabajador de Trace se colaba entre la marabunta para recoger algunos restos escoba y recogedor en mano. 

Todo estaba listo, incluso la encargada de cantar la saeta asomaba tímidamente en el balcón. Sin embargo, el viento comenzó a soplar cuando apenas faltaban dos minutos para las siete de la tarde. Las palmeras agitadas señalaban la dirección que luego recorrerían las nubes negras. 

Gaviotas revoloteaban como buitres sobre los devotos que esperaban la salida. Entonces, llegó la lluvia. 

El operario de Prosegur de la entrada era el espejo que reflejaba las dudas de los que esperaban dentro, ya listos desde hacía rato. Asomaba algún capirote. Salían también miembros de la hermandad a conversar. “Esto es un vendaval, igual pasa”, planteaban. 

No fue así. Arreció. La gente se resguardó bajo los árboles y pegados a la fachada de la Iglesia. La banda enfiló al interior, tocó una corneta y ahí, se supo que la Vera Cruz no saldría este año. Llovieron lágrimas de los ojos de los nazarenos. El año que viene quizá haya alegría, si Dios quiere.

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