Piezas de cerámica, de cobre, mantones de Manila y todo aquello que implica abundancia, es seleccionado para ser exhibido en estas ocasiones. En torno a la cruz se reúnen amigos y familiares, organizando recitales de baile y coplillas, en las que todas tienen como motivo la exaltación de la Cruz y la primavera.
Algo que no puede faltar en ninguna cruz es un “pero”, pinchado con unas tijeras. Según la tradición, con eso se da a entender a los que pretenden criticar la estética del altar que esa opinión o actitud se corta de raíz con unas buenas tijeras. También se coloca un plato, brasero de cobre o cualquier recipiente en el que los visitantes deben depositar unas monedas (chavicos) en aquellas cruces que han llamado más su atención.