años de enfrentamiento en la Federación

Los vecinos no consiguen enterrar el hacha de guerra MIENTRAS LA

La división interna que vive la FPAV desde hace años lejos encontrar una solución se complica cada día más. El sector crítico exige la convocatoria de una asamblea urgente para conocer las cuentas del ejercicio pasado, mientras que el presidente considera que el encuentro sólo tiene un único objetivo: echarlo de su cargo. 

Juan Moreno
photo_camera El presidente de la FPAV, Juan Moreno, junto al expresidente, Pepe Ramos, detrás aparece el presidente de Erquicia, Miguel Ayora (ARCHIVO)

La situación de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos no está pasando por su mejor momento. La diferencia entre algunos de los presidentes ha hecho que este organismo se divida entre los que apoyan al presidente de la FPAV, Juan Moreno, y el denominado sector crítico, que tiene como líder al presidente de la barriada de Erquicia, Miguel Ayora.

Pero esto no es nada nuevo, la Federación lleva en pie de guerra desde hace un par de años, el motivo principal la falta de transparencia por parte del actual presidente a la hora de desempeñar su trabajo. El sector crítico ha llegado a hablar incluso de “malversación de fondos públicos” y ha puesto el asunto en manos de Tribunal de Cuentas.

Los detractores de Moreno le acusan de no presentar las cuentas del ejercicio pasado y por tanto de no facilitar la información que solicitan, de pagar favores a través de las Brigadas Verdes y de haber convertido la FPAV en su cortijo.

Moreno niega todas estas acusaciones. Sobre no presentar las cuentas, el presidente asegura que están en su oficina y que todo aquel que lo desee puede pasar para comprobarlas. Asegura que aún no se han presentado debido a que se han producido cinco cambios de Consejerías. “Hasta hace poco el tema de los vecinos lo llevaba Fiestas y ahora ha pasado a Medio Ambiente”, explica Moreno quien puntualiza que en estos momentos están tirando con la partida de 2016.

Sobre las duras acusaciones relacionadas con las Brigadas Verdes, el presidente niega amiguismos y pago de favores. “Estamos auditados en todo momento y toda la documentación y facturas pasan por Intervención así que difícilmente puedo hacer nada con el dinero que no esté controlado”.

 

Las elecciones empeoran la situación

Esta situación, en vez de mejorar, empeoró tras las elecciones celebradas en junio de 2016. Unos comicios que no estuvieron exentos de polémica y en los que existió un triángulo formado por el actual presidente, Juan Moreno, su antecesor, Pepe Ramos y el presidente de Erquicia, Miguel Ayora. Un triángulo que no tardó en desvanecerse cuando Ayora retiró su candidatura y dejó solos a Moreno y Ramos. Finalmente, Moreno volvió a ser elegido presidente con 37 votos frente a los 26 que obtuvo Ramos.

Desde entonces solo se ha hablado de la FPAV para hacer referencia a enfrentamientos entre los presidentes, siempre con el run run de las cuentas de fondo.

Las últimas noticias que se tienen sobre esta polémica es que el sector crítico de la FPAV ha decidido dar un paso más y poner el asunto en manos de un bufete de abogados. Alegan que lo único que quieren es conocer las cuentas del pasado ejercicio y que ante la continua negativa del presidente no les ha quedado otro remedio. Incluso están dispuestos a llegar a los tribunales si finalmente Moreno no convoca una Asamblea.

Moreno no comparte esta opinión y asegura que estas personas lo único que quieren es formar una moción y echarlo de su cargo. Así lo demuestra, dice el actual presidente, un escrito reciente suscrito por algunos presidentes de asociaciones de vecinos en el que solicitan la convocatoria urgente de una asamblea, con un orden del día que recoge puntos tales como: Reprobación y remoción de la Junta Directiva de la Federación, nombramiento de la comisión gestora y convocatoria de nuevas elecciones, entre otros asuntos. “En ningún momento pone nada de que quieran tratar el tema de las cuentas”, deja claro Juan Moreno.

El tiempo dirá cómo termina esta historia. Lo que está claro es que la guerra está servida, un conflicto abierto que no hace sino dañar la imagen del movimiento vecinal que tanto ha costado construir.